Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

Ave fénix

Sólo me queda la opción de resurgir de mis cenizas. No rendirme, no caer, no levantarme, no intentar... Arder. Arder hasta que no queden de mí más que unos huesos carbonizados. Una vez te encuentras así, una vez se ha quemado el corazón, el alma, la sangre, la piel... Entonces tienes dos opciones. Puedes quedarte así, en el suelo, destrozada por la falta de todo lo que ha ardido. Y se acabó. Te quedas sin nada, con un alma rota que puede tardar siglos en cicatrizar permitiéndote el movimiento. La otra opción es convertirse en un ave fénix, permitir que también los huesos ardan y que la nube de cenizas revolotee, dé giros imposibles, se enrosque sobre sí misma y de los roces, choques, caricias entre partículas, nacerás de nuevo, con más fuerza, con ganas, con motivaciones que antes no encontrabas. Naces de nuevo, quizás no por última vez... Sin embargo, es un proceso peligroso. Pierdes mucho por el camino, puedes incluso perderte a ti misma, todo lo que te hace ser tú. ¿Puedo correr e
Estoy tan cansada, tan, pero tan cansada que no me importaría no despertar mañana. Y sin embargo el dolor no me deja dormirme... Paciencia, luz apagada e ignorar los frenéticos latidos de mi corazón. Quizás haya demasiada bilirrubina en mi cuerpo, no me extrañaría. Tras una borrachera llega la resaca, aunque intentes ocultarla a base de cine y palomitas, de compañía, de libro... Quisiera no despertar mañana. No descubrir que las motivaciones se me esfuman y no soy suficiente ni siquiera para mí, para animarme a seguir. No quiero ser la mejor, no quiero una buena posición, no quiero poder elegir... ¿Será que lo que quiero es más jodido de conseguir? ¿Será que deseo imposibles? Dios, me va a estallar la cabeza y me siento como una niña sin rumbo y sin guía. Me he perdido...

Quizás...

Quizás tenga suerte y caiga redonda al suelo con un buen motivo por el que quejarme, por algo cuyo origen pueda identificar y paliar. Esta noche me he paseado por entre bastidores en una feria medieval durante toda la noche. Por momentos ha sido agradable, pero en esos momentos es cuando me despierto y me jodo. En los malos no hay forma de despertar. Algo está ocurriendo dentro de mí. Estos sueños son un mal presagio, un síntoma de que algo no va bien. ¿Qué? Puede que sea la muerte agónica de mi paciencia dando sus últimos suspiros. Puede que sea mi aguante montando una rutina machacante pero que me mantenga a salvo y caminando hacia adelante. Puede que sea el no saber, el cansancio, el corazón roto, la esperanza sin saber si quedarse entera o hacerse añicos... Quizás sea que ahora mismo no hay en perspectiva cercana nada que la vida pueda ofrecerme para que desee continuar, seguir adelante con ganas, con todas mis fuerzas. Puede que vuelva a no saber qué será de mi vida. O tal vez te

Rendida (o de como cada detalle cuenta en negativo...)

7:15 Primer despertador, nadie se levanta. 7:16 Segundo despertador, nadie se levanta. 7:20 Tercer despertador, creo que hay alguien levantada, pero no es a la que le acaba de sonar el despertador. 7:21 Cuarto despertador, se levanta otra. 7:27 Quinto despertador, como quien oye la lluvia. 7:28 Sexto despertador, sigue sin levantarse. 7:30 Por primera vez suena mi despertador. Lo apago, enciendo la luz y me levanto. No soy la última... Cada pequeño detalle jode. Pero no digo nada. Espíritu de sacrificio que le llamaban ayer. Normalmente no me molestaría demasiado, pero estos días dormir se está convirtiendo en un auténtico logro. Y los sueños siguen dejándome agotada. A veces daría cualquier cosa por quedarme un rato más en la cama, pero actualmente mi vida no me pertenece. No será mía hasta dentro de cuatro largos meses y una semana... Y aún así, aún entonces, no tengo muy claro que vaya a pertenecerme. Hago planes, remuevo sueños y llego a la conclusión de que quizás deba rep

Bajo mínimos

Sólo está amaneciendo el miércoles y yo ya me siento como si me hubiese pasado por encima el camión de los viernes (dos veces). Las noches se están volviendo un poco difíciles, encierran sueños que me obligan a levantarme infinitamente más cansada de lo que me acuesto. Quizás es por las vueltas de tuerca que le doy a mi vida cada noche, la manía de cuestionarme cada mínima decisión que tomo, si es que estoy tomando alguna y no me dejo llevar simplemente por lo que la vida desea y espera de mí. Lo único que tengo claro es que cada día cuesta más levantarse y que necesito un descanso que no llegará como mínimo hasta semana santa. Pero, como siempre, sobreviviré. Porque es lo que siempre hago (maldita costumbre...)

¿Quién eres tú?

Eres un fracaso, una causa perdida, una estrella fugaz que ya ha caído. Eres un momento pasado, una bombilla fundida, una mariposa volando bajo antes de caer y morir. Eres un corazón roto, que pierde sangre a borbotones y agoniza entre estertores. Eres una placa de hielo derritiéndose cuando ya no caen más nevadas y comienza a salir el sol. Eres un borrón en una carta de amor, allí donde ha caído una lágrima. Eres el sol tras una nube de tormenta. Eres un vicio abandonado, una canción triste, una noche lluviosa y mal iluminada. Eres un desastre inevitable, un mal inesquivable, un dolor fantasma que persiste cuando todo lo demás deja de existir. Eres un sentimiento muerto, un juguete roto que una niña ha desechado porque ya no vale para nada más. Eres un secreto a voces, una ventana abierta que deja salir el calor. Eres un radiador estropeado, frío como la noche en la que vives, triste como un cachorro abandonado en el arcén de una autopista. Eres todo lo que nadie quiere, un obstáculo

Miradas

Levanté la vista y la encontré apoyada en la barandilla del balcón, con un cigarrillo a medio consumir. Rondaría los treinta o incluso los cuarenta años. Algo en ella atraía mi mirada de un modo inevitable. Quizás fuese el corto vestido negro, que parecía de gasa y encaje. Quizás las piernas bien torneadas, enfundadas en medias oscuras. Quizás la melena negra y rizada que acariciaba sus hombros cada vez que se llevaba el cigarro a los labios perfectamente delineados. O puede que esas arrugas de preocupación bordeando su boca y sus ojos. Sencillamente me quedé mirándola fijamente hasta que fue consciente de que la observaban y dirigió hacia mí sus grandes ojos oscuros. Mi primera reacción debería haber sido apartar mi atención de su precioso rostro, pero, sin saber por qué, me quedé embobada, con sus ojos clavados en los míos. No pude dejar de mirarla hasta que inevitablemente perdí de vista el edificio al continuar el camino. Descubrí cuánto echo de menos decirle a alguien con la mir

Despacito

Pensé que era capaz de abarcar mucho más de lo que realmente puedo. Quizás tenía una confianza en mí desmedida que ha resultado ser falsa. Porque he demostrado con creces que soy una persona paciente, muy, pero que muy paciente. Sin embargo, parece que la paciencia se agota y, para alguien tan multidisciplinar como yo, es difícil abarcar cada uno de los campos que envuelven mi vida. Si centro esa desmedida paciencia en el día a día (que me hace muchísima falta) lo pierdo después para el resto de cuestiones. Y me frustra ver cómo ciertas cosas por las que he luchado más que en toda mi vida se escapan delante de mis narices, escurriéndose como si no me diese cuenta, como si no me importase... Y como no puedo hacer nada, me comporto como un animal herido que se encoge sobre sí mismo y se lame las heridas del cuerpo, del alma, del corazón... Y que muerde, que lanza zarpazos, que se esconde, que se queda inmóvil para pasar desapercibido... Pero cuando las cosas dejan de depender de mí, cu

Cada día es un regalo

Ha vuelto a nevar. Todavía no está todo blanco, pero dale tiempo... Los copos van cayendo poco a poco, cubriendo tejados y caminos, hierba, arbustos y tierra. Hacía tiempo que no actuaba, que no tenía que ponerme ante nadie a recitar, cambiar de registro, ser otra persona... Había olvidado lo adictivo que es, el subidón de adrenalina que resulta, la velocidad y la fuerza con las que llega a latir el corazón... Quiero más... Este fin de semana toca alejarse un poco de aquí. La vida ha decidido por mí y pasaré unos días en Valencia, una ciudad que siempre me ha encantado. Veré a viejos amigos y disfrutaré de todo lo nuevo que mi anfitriona quiera mostrarme. Y me hace falta. Porque sólo pensar en cinco meses más aquí en calidad de alumna hace que mis nervios y mi estómago se den la vuelta. Pero ya está, ¿no? Ya ha pasado lo peor, o eso dicen...

Estamos en invierno

Imagen
A veces, entre el sol, el calor de dentro de los edificios, el ajetreo y todo lo demás, se me olvida que estamos en invierno. A pesar de que todavía persisten algunas zonas nevadas (o ya más bien congeladas, porque intenté pegarle una patada a un montoncito y me retumbó hasta el meñique del pie), hace tiempo que no tengo la sensación del invierno. Supongo que desde que salí de Santiago. Allí siempre llueve, aquí es tan poco corriente que supongo que ya me he acostumbrado. Fotografía de Xabier Martínez, mi fotógrafo favorito. Cada vez me voy dando cuenta con mayor profundidad de que comienzo a contemplar esto como mi hogar. A pesar de los roces con las compañeras, del estrés, de la disciplina y de lo bien colocadito que tiene que estar todo si no quieres que se te caiga el pelo. Me he acostumbrado a mi cama; tras una borrachera el "chip Casa" me trae directa hasta aquí; ya no siento ningún reparo a la hora de decir "adelante" cuando llaman a la puerta a pesar de

Cabreada

Es la primera vez en mi vida que suspendo educación física. Puede que haya sido culpa mía. Puede que el profesor haya sido un hijo de perra. Para el caso es lo mismo. Me quedo sin poder hacer el seminario que quería, cumplo todos los requisitos salvo habrerlas aprobado todas por culpa de la puñetera educación física que encima es evaluación continua y no "cuenta" para este cuatrimestre. ¡Menuda mierda! En fin, cosas que pasan. Mañana al menos no tengo que ir a la piscina, aunque esta tarde me toca competir... Estoy cansada, estoy muy, muy cansada. ¡Que llegue el fin de semana ya!

Se resiste...

Todavía persisten pequeños montones de nieve a pesar de que ayer superamos los 15 grados. Y no lo entiendo... No entiendo por qué hay algunas cosas que se resisten a morir a pesar de saber que es algo inevitable, que ocurrirá más pronto que tarde... La nieve se parece mucho a mis sentimientos ahora mismo. Son demasiado fuertes, demasiado hijos de puta... Me recuerdan todo lo que he ido perdiendo a lo largo de los últimos años. Y lo hacen como quien mete el dedo en una herida bien profunda e infectada que duele como si te clavasen un cuchillo y lo volteasen. Y admito que me da rabia, muchísima rabia, no poder apreciar todo lo que he conseguido por culpa de lo que he ido perdiendo. ¿Por qué no podemos mirar sólo alrededor y tratar de olvidar lo que podría haber sido (que cada vez tengo más claro que NO podría haber sido desde el principio) a todavía un par de cientos de kilómetros? Debería aprender a decirle a mi corazón que no...
Imagen
Hoy me he ido al cine yo solita. No hacía eso desde... Mmmmm, digamos que sólo lo he hecho tres veces contando con esta, y una de ellas fue un accidente (me dijeron mal la película) y la otra me hizo querer pegar un gran salto poco recomendable (solucionado a base de volver a meterme con alguien que pasaba por allí al cine a ver otra película y contarle mi vida). Esta vez ha sido diferente. Esta vez quería ir sola. Quería demostrarme a mí misma que puedo hacerlo, que puedo estar sola y hacer lo mismo de siempre... Quería saber si podría pasar la película sin pensar demasiado en la tristeza que me produce no tener con quién compartirla. O quizás "me producía"... No sé... Me gustó la película, no pensé demasiado en el hecho de que no estaba acompañada (demasiados niños gritando como para pensarlo) y me quedé hasta el final de los créditos aunque empezasen a limpiar la sala para echar a la gente en cuanto estos empezaron... (odio que hagan esto). Hoy también he escrito una c

Bajoncillo

Llevo un par de días con el humor por debajo de la línea que me había autoimpuesto. Ya no funciona el subidón de azúcar para aupar la moral. Y aunque sé que se me pasará, me da rabia no poder controlarlo. Me da rabia sentir, sobre todo lo que no quiero. Me da coraje tener que admitir que aunque consiga todo lo que quiero, a veces no sé ni lo que deseo. Porque lo que sí sé, lo tengo en la mano. Pero pierdo esperanzas por el camino. Pierdo fuerzas, y ganas, y si me apuras hasta el corazón... Pero se pasará. Siempre se pasa. El tiempo, tópico recurrente, lo cura todo. Buenos días y feliz fin de semana, mundo.