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Mostrando entradas de junio, 2012

Se me acaba el tiempo

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Odio las noches a solas esperando un futuro en que todas sean así salvo contadas excepciones. No puedo dejar de pensar, de darle vueltas a la cabeza, de repasar un ya manoseado mapa de metro para compararlo con el que asoma a mi móvil de la mano del google maps... Y suspiro. Porque parece que todo va saliendo bien a su manera, sin planear, casi como si mis miedos fuesen idioteces y los buenos deseos que ella me regala la más pura de las realidades: "si está para ti, será"... Y yo sigo dando vueltas en la cama, arrugando sábanas de franela para un calor bochornoso que las echa de más, pero añorando otro tipo de calor: el suyo. Porque entre sus brazos es demasiado sencillo caer rendida. Porque sin su abrazo me vuelvo una insomne y la arena del señor del reino de los sueños resbala por mis mejillas al no encontrar mis ojos vidriosos a la luz de un Samsung Galaxy SII que se va quedando obsoleto. Y yo, sencillamente, echándote de menos.

Noche de calor

Hace tanto calor que dormir es casi una utopía... La angustia me corroe. El desconcierto se apodera de mí con desgana como si se tratase de una trampa hace tiempo olvidada por alguien que no pretendía cazarme. A medida que se acerca el día de mi partida, el vacío hace mella en todo mi ser salvo en el miedo, en el temor de no saber qué me aguarda a tantos kilómetros de casa. Quizás la certeza de la pérdida de una vida a la que me había acostumbrado demasiado es más de lo que quiero soportar... O quizás es sólo el temor a lo nuevo, enfrentarme a la vida sola, sin manos que me recojan si caigo... Es realmente terrible necesitar tanto que alguien se encargue de tu camino...  No hay ganas de dormir, pero sí sueños por soñar... Así que me voy con desgana a dejarme tragar por el calor incómodo de una noche de inquietud.