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Mostrando entradas de diciembre, 2010

La lluvia

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Llueve en Santiago (para variar). Tampoco hoy consigo centrarme. Voy bien. Voy de puta madre. Que me doy pena hasta a mí misma... Lástima de indiferencia. Lástima de frialdad. Bueno, igual de aquí a final de curso consigo helarme el corazón y hacer que deje de importarme todo lo que no tenga que ver con los libros. No sería una mala idea. No sería la primera vez. Pero mientras me quedaré como estoy, viendo llover con los libros en las manos.
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Me pesa tanto el alma como una HK USP Compac con un cargador con las 13 balas más la de la recámara... En doble acción, con casi cinco kilos de presión en la cola del disparador. Limpia, engrasada, montada, alimentada, cargada y lista para abrir fuego contra mi corazón. Apuntaré bien, alinearé el alza con el punto de mira, mantendré las luces del mismo tamaño y aguardaré la voz de "fuego". Tiempo de ejecución: toda mi puta vida.
Soy consciente de que no llego a todo. Soy consciente de que estoy dividida en mil pedazos, en mil fragmentos de vida que requieren mi atención y no soy capaz de centrarme en todos ellos, de darles solución, de mantener las cosas unidas para que no se rompan al caer al suelo... Hoy debería haber estudiado. Pero mi mente está dispersa. Piensa en cosas que no debería. Y para evitar pensar me refugio en el oportuno regalo de mi hermano (una aventura gráfica llena de violencia y sinsentidos que dan un poco más de sentido a mi vida paradógicamente). Al menos pude contentar a medias a mi madre quedándome con ella para ver un par de comedias románticas que me han destrozado viva y para dar un paseo con el perro que acabó haciéndome sentir culpable por no haberme deshecho de la pereza lo suficiente como para sostener otro de esos fragmentos que se rompen cuando caen. Llevo todo el día evitando pensar en el futuro. Pero en algún que otro momento, viene a mi cabecita la imagen de varios cubos de

Feliz Navidad a todo el mundo

A veces un día completamente feliz, puede ser el más melancólico... Porque como dice uno de mis profesores "todo no puede ser"...

Finales y principios...

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Todo principio exige un final previo. Y todo final genera un sentimiento de pérdida (si no es que comporta una pérdida real...). En este caso, algo he perdido. Le había cogido cariño a la libreta. Quizás por quién me la había regalado. Quizás por todo lo que he volcado en ella. El caso es que se ha terminado. Y como muchas cosas en la vida, no tiene vuelta atrás. Nueva libreta para una nueva etapa en la vida, con algo de retraso, sí, pero es que no es fácil dejar atrás ciertas cosas. Y a veces es mejor terminar lo que empezamos para pasar la página con la sensación de haber hecho bien las cosas. Aunque he de admitir que soy de las que releen un montón de veces lo que han escrito... ¿Puedes conseguir un final si no puedes dejar de leer\pensar\recordar? ¿Puedes conseguir un final cuando no es lo que deseas? A veces no te das cuenta de la profundidad de una canción hasta que vives plenamente la experiencia que describe... ¡Qué razón tiene! Esta canción es demasiado mía ahora mismo...

Último día del año

Por suerte hoy me voy a casa. No tengo ninguna apetencia por volver, pero necesito salir de aquí urgentemente. Demasiada gente, demasiado barullo, 24 horas al día sin poder encontrar ni un segundo de tranquilidad, de intimidad... Al principio no lo notas. Te acostumbras. Pero después de 15 días sin descansar de la gente el fin de semana, sin que se reduzca ni un ápice la afluencia de compañer@s... pesa, pesa mucho... Pero por suerte, tras cuatro o cinco horas en un coche con tres compañeras, podré encerrarme en mi habitación, completamente sola...

Feliz cumpleaños, papá

Me pregunto qué pensarías ahora si estuvieses "aquí". ¿Estarías orgulloso? ¿Pensarías que estoy desperdiciando mi carrera? A veces podría llegar a echarte de menos, si no fuese porque me acostumbré a no hacerlo durante muchos años. Aunque tu cumpleaños y el día del padre todavía me afectan... Quizás simplemente porque me falta algo... O quizás sí sea por ti. O por el hombre al que no he llegado a conocer, disfrazado del mal padre que abandonó su hogar. El padre no tiene excusas, supongo que el hombre tenía sus motivos. Cómo me gustaría conocerlos... Pero en fin, hay cosas que ya no cambiarán, que ya no pueden solucionarse. Hay espinas que llevas clavadas en tu corazón para el resto de tu vida. Y así eres tú, papá. Eres una enorme espina afilada que duele cuando alguien la aprieta, sobre todo esos dos días en que es imposible no pensar en ti. Feliz cumpleaños, papá.
El día se presenta interesante. Examen oral de inglés con dos personas que no entienden ni papa, salir a correr con el dolor en el cuerpo, los labios destrozados por el frío y la barra de cacao extraviada, y mi cabeza, que es incapaz de dejar en paz el tema... Pienso, repienso, vuelvo a pensar... Recuerdo, me estremezco e intento olvidar, no pensar, respirar... Pero no hay manera de sacarla de mi mente... Bostezo, suspiro y me resigno a que da igual lo lejos que esté y lo poco que sepa de ella, cuanto menos me acerco, más me cuesta dejar de pensarla.

Hoy...

Hoy ha sido un día tan duro que sólo puedo alegrarme de llamarlo ayer...

Del "todo me va mal" al ataque de risa

Ayer por la noche casi me muero de risa. La cena estuvo bien, entretenida, divertida, juraría que todavía no he digerido todo lo que comí. Estaba todo buenísimo. Pero en fin, las risas llegaron a la hora de dormir. No tengo escaleras en la litera, decidí cedérselas a mi compañera ya que yo me veía totalmente capaz de subir sin ellas. Y hasta ahora lo había sido... Subí a la mesita de noche y me impulsé, pero por algún motivo que desconozco, el impulso no resultó suficiente y volví de vuelta a la mesilla. Pero ya había perdido la posición de referencia, así que casi me la cargo y de paso me despellejé el tobillo. Duele, sí, pero realmente me hizo gracia la "mala pata". Cuando mi compañera me hubo aplicado el desinfectante, y puesto que ya había fallado con la mesilla, decidí escalar por los hierros de la litera. Pero al apoyarme en el primero se escuchó un chirrido metálico que indicaba la rotura de dicha estructura. Al menos esta vez no me había hecho daño... Así que en vez d

Un día más, un día menos...

Cada día cuesta un poquito más levantarse. Me apoyo en las rutinas. Siempre, siempre lo mismo: me levanto, hago la cama, me quito las lentillas, voy al baño, me visto y pierdo un par de minutos antes de irme a desayunar (previa media hora de cola en la que aprovecho para ver un par de periódicos y echar un ojo a los blogs). Cada día son menos las ganas de hablar. Respondo con monosílabos siempre que alguien me interpela (lo cual ocurre cada 30 segundos, es lo que tiene vivir con una histérica egocéntrica). Cada vez se me da mejor callar. Y si no trituro mis principios es porque me mimetizo bien sin tener que deshacerme de ellos. ¿A quién le importa mi opinión? ¿Por qué tendría que preocuparme? Cada día se hace un poquito más duro que el anterior de forma acumulativa. Y no dejo de tener suerte, de entender que de cierta manera la vida me sonríe, aunque haya resultado una vieja desdentada de dientes negruzcos y amarillentos. No hay tiempo, pero los pensamientos apenas necesitan fraccione
Soy consciente de que me lo estoy buscando todo yo solita. Siempre me lo busco todo yo solita... Pero esta vez estoy haciendo méritos a lo bruto. Siempre dentro de unos límites, dentro de un margen de maniobra, aunque esta vez no soy yo la que los establece. Me temo que si por mí fuese, me quedaría completamente sola esta vez. Porque me da la sensación de que nada me importa una mierda. Me siento indiferentemente infeliz. Cabreada por momentos, furiosa incluso. Cansada, infinitamente cansada de nadar contra corriente, de luchar contra el mundo, de ser distinta a los demás, de esforzarme por no ser una más. ¿Satisfactorio? Ya no lo sé. A veces creo que sería más cómodo dejarse llevar, meter los principios en la trituradora de papel y seguir al resto de borreguillos hasta el matadero. Ser una más. Ser como los demás... Dejar de ser yo. ¿Qué sería más fácil? ¿Con qué me sentiría más satisfecha? Bueno, no se puede tener todo, ¿verdad? O una u otra. O eres feliz o te sigues a ti misma. O te

Sin palabras

Tengo cardenales hasta en el carné de identidad, pero el dolor es el típico que hace que sientas que al menos estás viva. Ya es un sentimiento y un pensamiento más agradable que a los que últimamente me estoy acostumbrando.¿Cuáles? Explicádmelo, porque o se me escapan las palabras y ya no sé expresarme o simplemente no hay palabras para lo que llevo en el pecho y se atraganta de vez en cuando en la garganta. Esto es lo más parecido que he encontrado para describirlo, ¿alguien podría intentar ponerlo en papabras?

Mi madre

Me gusta mucho caminar. Me gusta mucho caminar de noche. Pero eso es algo que mi madre no entiende. Me pide que coja un taxi. Sólo deja de insistir cuando le digo que es dar demasiada confianza a una sola persona. Es meterte en el coche de un extraño, lo que tantas veces te han repetido de niña que no hagas jamás... En realidad sólo quiero caminar, ya hace mucho que no lo hago. Siempre sale en todas nuestras conversaciones. "Ha vuelto a decirme lo mismo en uno de esos momentos en los que no es ella. Ha dicho que con esa chica nada de nada, que encontrarás a alguien donde estás ahora". Yo sólo puedo responder lo de siempre... Cuanto más me digas que no, antes me tiro de cabeza. Claro que ahora las cosas han cambiado... Pero malditos sean mis sueños, que me hacen ver y creer cosas que jamás ocurrirán. Me quedé dormida sólo un instante esta tarde. Suficiente para soñar algo que me hizo gracia y despertarme a mí misma y a mi madre con la carcajada. También estuve viendo un partid

Tiempo atrás...

Hoy hace un año... El mundo se veía desde una perspectiva distinta... Ahora me veo aprendiendo a cambiar el punto de vista...

Popurrí de sentimientos

Cuando el viento sopla de esta manera, me da la sensación de que el mundo va a caerse sobre mí como si fuese un antiquísimo edificio abandonado. Silba en los pasillos y abre las puertas de los tendederos con fuertes estruendos y de nuevo más silbidos. Ante algo tan poderoso no puedo más que sentirme ínfima... Me apetece especialmente un beso. Uno que sepa a la victoria que supone atrapar un copo de nieve entre los labios un día como hoy. Y podría decir que me daría igual quién me regalase el beso, pero estaría mintiéndome a mí más que al resto. Y no quiero mentirme. Creo que el "echar de menos" se ha convertido en un dolor sordo en la zona del pecho donde se oculta mi corazón, reforzado por una maravillosa línea de agujetas... Todo pasa. El tiempo ayuda... Siempre se miente para intentar que las cosas nos afecten menos. Bueno, sólo tengo que aprender a mentir un poquito...

Esfuerzo

Hoy me esfuerzo por ver las cosas desde otra perspectiva. Quiero ser positiva aunque las situaciones, los detalles, la gente, la vida no quieran dejarme hacerlo. Pero no puedo, la verdad. Sigo sin dejar de intentarlo, pero empiezo a perder las ganas de todo. Estoy cansada de los agobios de todo el mundo, del miedo a no saber lo que me/nos espera, de la perspectiva de meterme en la boca del lobo esta tarde para enfrentarme a las fieras y ver qué más quieren de nosotras... Sí, el no saber quema. Y los pequeños arañazos infectados escuecen. La comida no se traga, el corazón se ha perdido y ya no sabe qué sentir... Hoy no es un buen día para ser optimista, no. Quizás mañana, cuando todo el mundo se haya ido y me quede sola. Pero bueno, esto me lo he buscado yo solita, yo y mi maldita esperanza, que a veces no puedo matarla ni a palazos...