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Mostrando entradas de agosto, 2010

Cambios... de look

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Hay momento en la vida en las que necesitas renovarte, sentirte diferente, SER diferente a como eras... Ha llegado un momento en mi vida en el que todo cambiará y yo no podía quedarme atrás. Llevo al menos cuatro años cuidando y mimando una melena que me llegaba casi hasta la cintura, pero la vida me decía que ya era momento de cambiar. El pelo se enredaba, se enganchaba en cualquier parte, resultaba molesto y hasta me incordiaba al intentar dormir... Estaba pidiendo a gritos un corte pese a todas las voces que se alzaron en contra. Ahora el daño ya está hecho. Como le he dicho a "mi rincón" en un comentario hace poco, los cambios a la fuerza nunca nos gustan. La idea es que los busquemos nosotros, que los iniciemos, que les demos las vueltas que haga falta y que al final encontremos cómo podemos sentirnos más cómodos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea... Yo lo he intentado. Llevo mucho tiempo dejándome guiar por intuiciones, señales, buscando un hueco en el qu

Miedo...

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Hoy cuando volvía a casa realmente se me despertó una sensación de miedo angustioso... He pasado el día entero con mi madre. Y lejos de lo habitual, que es que discutamos por cualquier cosa, ha resultado ser un día increíble en la playa. Hemos descubierto un paraje que ninguna de las dos conocía y que ambas acuñaremos como favorito en adelante; hemos charlado como hace años que no lo hacíamos (lo que significa que mi madre me ha contado batallitas, que hemos comentado libros que ambas hemos leído, que la estoy convenciendo para que comience a escribir sus memorias, que hemos mencionado preocupaciones actuales de las dos...); nos hemos bañado todo lo que hemos querido; hemos paseado por la arena de la playa; hemos comentado canciones en el coche... Y entre ellas, en especial esta: A las dos nos ha emocionado mucho siempre... Y entre todo esto me he puesto a pensar en lo que supone para mi madre que yo me marche de aquí... Esta vez no tiene a nadie que ocupe el lugar de sus hijos, se que

Atrás...

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Lo peor de mirar atrás es que cuando comienzas, ya no puedes parar. Por encima del hombro... Por el rabillo del ojo... ¿Y si algo o alguien de tu pasado te sigue los pasos para intentar que caigas antes de llegar a tu destino? Mejor será que vigiles. Pero entonces son los recuerdos los que te golpean como una maza. Porque no todo son caricias, no todos son inermes. Algunos son como soldados con sus espadas y sus escudos, entonando poderosos gritos de guerra. Pero debes hacerlo. Debes mirar atrás. Ya sean ruinas, ciudades, hogares, personas, objetos o historias lo que dejas tras de ti, siempre debes rebuscar qué es aquello imprescindible sin lo que no deberías haberte ido. De no ser así, pierdes. Siempre pierdes. Un corazón de jade, un cinturón de cuero grabado, un último abrazo... Porque a veces necesitas cerrar algo antes de marchar, pero las circunstancias te obligan a escapar lo más lejos y lo más rápido posible. Lo difícil de mirar atrás es conseguir recuperar el rumbo. Lo imposibl
A veces no recuerdas cómo has llegado a dónde estás. ¿Has tomado la cuesta? ¿Has subido por otras calles? ¿Has atajado por un callejón o has dado una vuelta enorme? Quería poner música al momento, pero nada concuerda con lo que siento. ¿Qué siento? Si lo supiese le estaría poniendo música. Me siento triste. Por muchas cosas. Me siento confusa. Me siento abatida. ¿Todo malo? No sé, parece que hoy sí... A veces simplemente un día pasa. Y te das cuenta de que toda tu vida va a girar 2880º (porque vas a dar vueltas hasta marearte). No sabes por qué haces lo que haces. No sabes si te habrás vuelto a equivocar. ¿Es aquí dónde tienes que estar? ¿Es aquí dónde has quedado? Quizás te equivocas... Quizás esperes una hora y hagas esperar una hora. No era en esta plaza. No habías quedado donde siempre. Porque cuando cambia la gente de tu vida, los lugares de siempre dejan de tener importancia. Porque ella no conoce esos lugares a los que voy siempre... Así que esperaré una hora y cuando crea que m

Sin mirar atrás...

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Hay un largo camino por delante. En ocasiones parece una larga e interminable llanura sin sorpresas, sin sobresaltos, en la que podrías ver todos los peligros que osasen asediarte desde lejos. ¡Qué gran ventaja! Tendrías tiempo para prepararte, para afrontarlos con todo el valor que pudieses recopilar... Pero sabes que no será así. Y ocupas tu tiempo en mirar hacia el horizonte, hacia la franja azul verdosa que se mezcla con la negrura de la noche para dar todavía más efecto. Intentas imaginar los peligros que te asaltarán cuando el terreno sea más escarpado, si encontrarás el mar, algún lago, si tendrás que vadear aguas, remar, cabalgar, caminar... Ya no apartas la vista de allí hasta que escuchas los susurros tras de ti. ¿Qué es ese ruido? ¿Y esas voces? Y después de mucho tiempo caminando sin mirar atrás. vuelves la cabeza y el corazón se te queda en el puño. Ves todo el camino que has recorrido. Hay obstáculos que ya has superado, hay pruebas que ya has acometido estoicamente, hay