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Mostrando entradas de julio, 2017

Las enseñanzas del Camino

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Llevo un monstruo dentro de mí. Cuando decidí echarme a caminar, lo sabía. Así que lo metí en la mochila. También metí un buen puñado de frustraciones, de recuerdos, de sueños, de inquietudes, de historias y de cuentos. Metí, en definitiva, todo lo que mi alma siempre va acumulando con su síndrome de diógenes senti/mental. Porque las personas que, como yo, sufrimos de apego crónico, necesitamos llevar siempre la mochila llena. Aunque luego las cosas no sirvan más que para hacer que nos duelan las rodillas. Descubrí que ese monstruo del que no puedo librarme, ese al que le tengo apego aunque no quiera, sale a la superficie en ocasiones, en más circunstancias de las que me gustaría, en realidad. Normalmente, lo llama el dolor. Supongo que no sólo es el dolor físico, aunque es el más fácil de reconocer. Si los músculos me hacen sufrir un calvario, ahí sale, tomando mi voz, mi boca y toda la rabia que ocupa mi cuerpo. Yo soy el monstruo entonces. Y odio ser esa horrible criatura