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Mostrando entradas de 2017

La chica de enfrente

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Pelo rojo. Pelo rojo y piercing en la nariz. Pelo rojo, piercing en la nariz y uñas largas blancas. Sostiene "El País de la Nube Blanca" en sus pálidas manos. Por el borde de su camiseta de tiras azul eléctrico, se lee "Come What May" y se ve, al otro lado de la tira, un pequeño corazoncillo. Está completamente absorta en la lectura. Apenas mira más allá del libro entre sus manos, salvo para vigilar que no se pase su estación. El tren se detiene. Se abren las puertas. Entra una mujer ya madura, pelo oscuro, con trazas de color caoba de algún tinte barato. Vestido de flores con fondo negro. Pero no rosas... Quizás claveles. Se sienta casi en frente, justo a mi lado. Su perfume es dulce y penetrante. Totalmente embriagador. Ella levanta la cabeza y clava sus ojos oscuros en la mujer. No sé muy bien si en ella o en el enorme paquete, envuelto en bolsas, que lleva entre sus piernas. No puede dejar de mirarla. Yo no me atrevo a hacerlo, está demasiado cerc

"El mundo sigue girando, destrozando"

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Parece que a pesar de todo, el mundo sigue girando (como dice Sergio Contreras en su canción Racismo, "destrozando"). Pero aquí sí echamos de menos a las almas que se han ido. Estoy algo consternada. No sé cómo sentirme. No sé si estar enfadada, triste, dolida, frustrada, rabiosa, impotente... No sé cómo tomarme todo lo que ha pasado. Porque la vida sigue. A pesar del dolor. A pesar de las muertes. A pesar de todo, las rosas siguen floreciendo. Mi pecho es un hervidero de sentimientos sobre los que sólo destaca alguno por momentos. Sería muy pretencioso por mi parte pretender explicarlo. Nunca he podido definirme correctamente, así que no creo que ahora, con todo lo que está cayendo, vaya a ser diferente. Pensaba irme pronto a la cama, descansar. Pero mi cabeza no para. Mi corazón bombea con más fuerza de la necesaria. Quizás me canse poco, por el día, lo cual resulta curioso porque cada mañana me cuesta bastante más levantarme. He llegado a un punto en el que

Las enseñanzas del Camino

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Llevo un monstruo dentro de mí. Cuando decidí echarme a caminar, lo sabía. Así que lo metí en la mochila. También metí un buen puñado de frustraciones, de recuerdos, de sueños, de inquietudes, de historias y de cuentos. Metí, en definitiva, todo lo que mi alma siempre va acumulando con su síndrome de diógenes senti/mental. Porque las personas que, como yo, sufrimos de apego crónico, necesitamos llevar siempre la mochila llena. Aunque luego las cosas no sirvan más que para hacer que nos duelan las rodillas. Descubrí que ese monstruo del que no puedo librarme, ese al que le tengo apego aunque no quiera, sale a la superficie en ocasiones, en más circunstancias de las que me gustaría, en realidad. Normalmente, lo llama el dolor. Supongo que no sólo es el dolor físico, aunque es el más fácil de reconocer. Si los músculos me hacen sufrir un calvario, ahí sale, tomando mi voz, mi boca y toda la rabia que ocupa mi cuerpo. Yo soy el monstruo entonces. Y odio ser esa horrible criatura

Olor a hierba recién cortada

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Hierba recién cortada. Me encanta ese olor. Olor a té blanco. Olor a recuerdos. Recuerdos de otra mujer, de otro tiempo, de otra vida. Recuerdos de una chica con la cabeza de acero que quería y creía que podía con todo. Recuerdos de amor, de frustración, de alegrías y miedos. Acelero a fondo y mis fosas nasales se impregnan. No puedo cerrar los ojos y disfrutarlo como cuando mis manos rodeaban esa taza de cristal y metal, cuando mis compañeros se sentaban a mi alrededor en el descanso y charlábamos de cómo creíamos que sería nuestro futuro. Ni en un millón de años nos habríamos podido imaginar dónde estamos ahora. No cierro los ojos, pero respiro profundamente y suspiro. Comparto con ELLA (que no conmigo) ese gusto por el olor del té blanco, de las máquinas cortacésped recién pasadas, de la tierra después de la lluvia (sólo en Galicia, en Madrid apesta a polución arrastrada por cada gota). Comparto tantas cosas con ELLA que no sé dónde se terminó su vida y comenzó la mía

Análisis de la personalidad externa subyacente. Vol. II: ME QUIERO, NO ME QUIERO

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Dudo. A veces, sólo a veces, me acepto tal como soy. Otras... Otras no me aguanto a mí misma hasta el punto de que me echaría de casa para no tener que soportarme. Antaño, cuando me acuciaba este problema, dormía. Salida fácil para un problema realmente complicado. Ahora, cuando me desarma la banalidad fútil de mi existencia, distraigo mis sentidos ahogándome en historias que nada tengan que ver con la mía. Supongo que tengo la impresión de que, si analizase la vida que llevo, todo sería un enorme interrogante alrededor de varios conceptos enlatados: ¿Me quiero? ¿Me quieren? ¿Es esto todo? Mi mente se esfuerza en creer que queda mucho por hacer. "Todavía no has publicado un libro, Any", me recuerda acuciante. "Ya puestos, tampoco has tenido hijos, y convendría que plantases algún que otro árbol...". Ya... Mira, puto cerebro de mierda... Eso es lo que alguien dice que debemos hacer para dejar nuestra huella en el mundo. ¿Y si yo no quiero dejar huell

Querido papá

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2008. Fallas, Valencia. "Tu padre está muy mal". Bonita manera de celebrar el día del padre, ¿verdad? "Pues vuelvo a casa". "No, no, tú tranquila. Aguantará un par de días para que llegues a despedirte". No aguantó. El día 21, de madrugada, expiró su último aliento. Yo estaba mirando al techo, esperando a que pasasen las horas para coger el avión y apretar su mano por última vez. No pudo ser. Era un hombre complejo. Tanto, que no puedo decir que llegase a conocerle. Sí, durante 11 años para mí fue el mejor padre del mundo. A pesar de las peleas de broma que acababan con llantos, o de los cinturonazos que caían cuando no me portaba bien (que era bastante amenudo, por cierto). Ese hombre moldeó mi conciencia, mi personalidad, mi fuerza... Y luego se largó y me dejó más tirada que una colilla a la salida de un baño en una gasolinera en cualquier carretera estatal. Ojalá estas cosas me hubiesen pillado un poco más mayor.

Take a break

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El blog va poco a poco. Mi informático favorito todavía no ha conseguido que funcionen correctamente los comentarios. Dicen que Wordpress da menos problemas. Pero quizás la tónica de mi vida ha sido complicarme siempre más de lo necesario. Supongo que este blog tiene tanta trayectoria en mi vida que me niego un poco a aceptar migrarlo... Poquito a poco... Quizás la practicidad me acabe venciendo, quizás sea yo la que se rinda sin luchar. Por ahora, aquí nos quedamos, no hay tiempo para pensar más. Mi cerebro me pide un descansito, aunque, para variar, no estoy en disposición de dárselo. Trabajo, trabajo y más trabajo. Empiezo nuevos proyectos. Abandono frustraciones antiguas... No paro. Psicológicamente, porque físicamente los kilos se acumulan ante mi costumbre de sentarme al ordenador a la mínima oportunidad. Ya van por 80 y algo... Reconozco lo que llevo en la boca del estómago que me obliga a tragar todo lo que se me pone por delante. Es ansiedad. Por demasiadas cosas. Qui

Análisis de la personalidad externa subyacente. Vol. I MIS DEFECTOS

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Alguien me enseñó una vez a analizar cada filamento del que se compone el mundo. En aquellos instantes, no aprendí bien la lección. Quizás era muy joven. Ahora, a lo tonto, me quedan un par de años para llegar a su edad por aquel entonces, y parece que comienzo a darle más vueltas a la cabeza que con 25 añitos. Así pues: ANALICEMOS. Bien, comencemos pues con algo que me tiene muy jodida rayada preocupada últimamente: MIS DEFECTOS. Por supuesto, tengo muchísimos, como todo el mundo. Tengo toda una biblioteca interior, una galería de arte, una piscina, incluso un mar de defectos... Pero hoy me voy a centrar en tres en concreto, en los que más me preocupan y que he sido incapaz de cambiar en toda mi vida.        1. NECESIDAD DE COMPARARLO TODO Mi primera ex me decía siempre que las comparaciones son odiosas, que tenía que quitarme la costumbre de buscar similitudes. Pero ¿en qué? ¿Entre qué? En todo... No puedo evitarlo. Soy de esas personas para las que se han cre

Nasha

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Así es como quiero recordarte.  Me escuecen los ojos de la lluvia de mar que los ha inundado durante toda esta tarde. A veces, maldigo la sensibilidad que me arrastra a las profundas aguas del recuerdo continuo. Aunque he de admitir que tú lo mereces. Nombrarte, trae de vuelta las mareas a esta playa cansada de llorarte aún cuando todavía ni te habías ido, cuando sólo comenzabas el camino. Supongo que a veces no eres consciente de todo el amor que encierra tu corazón hasta que te arrancan un pedazo de golpe. Porque la vida es así. Pero... ¿Por qué tiene que serlo? Dulce, alegre, cariñosa y leal. A veces caprichosa y sin duda un grano en el culo, de esos que no puedes dejar de rascar. Ya no volveré a acariciar tu pelo suave, ni a reñirte cuando te acercas disimuladamente para chuparme la mano, ni a pedirte silencio cuando armas una escandalera cada vez que llego a casa. No volverás a ladrarme cuando llegue a casa. Sólo pensarlo, mi corazón siente un latigazo que lo atrav

Pérdida II

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Había una vez un gatito negro. Un triste y solitario gatito negro que buscaba desesperado la luz de la luna. El gatito tenía unos ojos tiernos y luminosos que encandilaban a cualquiera. De hecho, ¡¡¡encandilaron a un montón de gente!!! El problema era que, como el animalillo seguía caminando, se acababa cruzando por delante de muchas de esas personas. Dicen que cuando un gato negro se cruza hacia la izquierda, es un signo de mala fortuna... El gatito no recuerda cuántas veces puede haberse cruzado con alguien. ¿Cómo podría recordar, entonces, si el cruce fue a izquierda o a derecha? Con algunas personas, recuerda el paso... Claro que lo recuerda. Son las personas que le han marcado, que le han roto, que le han moldeado, que le han querido y odiado, que le han hecho convertirse en la mitad del gatito que es hoy (la otra mitad es sólo mérito o fracaso suyo). Pero no lo consigue... Por mucho que se estruja los sesos, por mucho que exprime el cerebelo, es incapaz de concretar hac

Blue Monday

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Hoy es un día como otro cualquiera. Podría haber pasado mañana. O el viernes. Habría dado igual. ¿Conoces ese momento en el que haces algo tan bien que ya no se te necesita? Creo que si me hubiese ocurrido a mí, no me habría dolido más. Hoy le han dicho a alguien que su trabajo dejará de existir en breve. Se dedicaba a hacer compañía a una señora de la que no estaba muy claro que pudiese valerse por sí misma por un problema en las piernas. Cuando esta persona llegó a la vida de la yaya, esta casi no se movía, no quería salir a pasear, le dolían las piernas... Con tiempo, paciencia, masajes, bromas y cariño, la mujer mayor comenzó a moverse de nuevo. Su ánimo mejoró, comenzó a pasear casi todos los días, bromeaba más todavía. Estaba contenta. Y entonces entran en juego sus maravillosos hijos. Resulta que ese trabajo bien hecho, se paga con la pensión de la abuela, mientras sus hijos deben hacerse cargo del resto de gastos. Demasiado para ellos, al parecer, porque ahora que

Fin de fiestas

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Esta soy yo después de estas fiestas Con el firme convencimiento de mantener mis propósitos de año nuevo intactos, me veo en la obligación de escribir una entrada hoy en el blog. Al menos una por semana y hoy se cumple el plazo. Tengo un millón de ideas para publicar cosillas interesantes, pero todas requieren una preparación que las fiestas no me han permitido, así que tendrán que esperar un poco más de tiempo. Así que hoy, en lugar de ser algo interesante, será una rayada para salir del paso.

El año de Blade Runner

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Año nuevo. Día 1 de enero y salvo por la comida de sobras y por el día de tirada total, diría que sigue siendo un poco más de lo mismo. Al menos, este año he podido comer las uvas, a ver si eso marca una diferencia y cambia algo la fortuna. Si no, espero que lo haga el hecho de que este año, 2017, es el año de Blade Runner (o de "Sueñan los androides con ovejas eléctricas"). Supongo que Philip K. Dick y Ridley Scott lo veían demasiado lejos. Y sin embargo aquí estamos. Llevo muchos años plantándome por estas fechas y proponiéndome miles y miles de cosas que a veces consigo cumplir y otras no. Supongo que se trata de acertar con el nivel de exigencia con uno mismo. Mi nivel, últimamente, ha caído por los suelos. En definitiva, que ya no puedo confiar en mí como hace tiempo. El caso es que tras haber vuelto a las tradiciones, comer las uvas mientras sólo pisas con el pie derecho y brindar con oro en la copa tras las consabidas felicitaciones de año a los presentes, a