Ya nunca...
Cuando mi padre se enteró de que yo era lesbiana no puso el grito en el cielo. Esperaba que me gritase. Pero bajó la cabeza, esperó a que mi novia se fuese al baño y me dijo con voz de niño pequeño: "Me da igual. Pero quiero nietos". Ya nunca podrá conocer a sus nietos... Mi padre nunca leyó nada de lo que yo había escrito. Nunca se me dio por dejarle ninguno de mis escritos, porque seguramente se habría ofendido... O eso pensaba yo. Con esto quiero decir que no tenía ni idea de si yo era buena o no... Sólo sabía que había ganado algún que otro premio. Me regaló una Parker que ahora siento todavía más haber perdido. Y me prometió que cuando publicase mi primer libro me regalaría una Mont Blanc. Ya nunca podrá regalármela. Cuando volví de Venezuela, y a pesar de que me había dicho que no lo hiciera, le traje un recuerdo de allá. La típica baratija de "recuerdo de...". Nada realmente importante o caro... Siempre que intentaba llevárselo o me lo olvidaba en casa o d...