Coincidencias

(O de cómo descubrí que mi padre estaba muerto)


Estas fallas me fui a Valencia. En el viaje de ida, llegué a pensar que moriría... Cuando descendíamos para aterrizar, el avión empezó a agitarse y volvió a despegar de nuevo. A pesar de que me estaba cagando de miedo, me mostré tranquila y serena para que la mujer que había a mi lado (que tenía pánico a los aviones), no se preocupase más de lo necesario. Viajaba con su hija adoptiva, una preciosa niñita china que no dejaba de chillar cada vez que algo la molestaba. Finalmente tocamos tierra, la mujer me agradeció que la tranquilizase y nos despedimos como se despide quien no cree que vuelva a verse.

En el viaje de vuelta, en el mostrador de facturación, volví a encontrarme a esa mujer. Me saludó como si fuésemos viejas conocidas, con efusividad. "Es encantadora" le dije a T. Coincidíamos de nuevo en el vuelo.

Sin embargo esta vez me senté con otra madre adoptiva, esta vez con una chiquilla ya más crecidita, y negrita. Vaya coincidencia, pensé.

Cuando bajé del avión, la mujer con pánico a volar iba delante de mí. Las adelanté poco antes de salir de la terminal, pero las niñas empezaron a señalarme y a decir "es ella". Así que me volví y saludé. Pero la mujer vino hacia mí seria y me dijo:

- Las coincidencias no pasan por cualquier cosa. Tú no serás la hija de F.R.G., ¿verdad?

- Pues si- respondí aturdida-.

- Pues yo soy una compañera de tu padre de la comisería de Orense, muy amiga suya.

- Vaya, entonces sabes...

- Sí, ya me llamó ayer M.C. Lo siento mucho. Si puedo mañana me paso por el entierro. Pues vaya coincidencia, mujer. Ven, anda, dame un abrazo. Te acompaño en el sentimiento.

- Gracias.

- Dale un saludo a M.C. de parte de E.

- Lo haré. Venga, hasta pronto.


Caminé hasta el final de la recogida de equipajes y salí. Cuando encontré a mi madre y a mi hermano les pregunté:

- Ya lo sabíais, ¿no?

- ¿El qué?

- Que está muerto.

- ¿Cómo lo sabes?



MORALEJA: Cuenta siempre las cosas. Es preferible enterarse por la familia... Al menos yo lo prefiero. Y he demostrado que no soy de las que matan al mensajero.





P.D: Si hay otra vida después de la muerte, disfrútala y no hagas tanto daño como en esta, papá. Te quiero. (Y vete tú a saber por qué...)

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