Retrato de una mujer en llamas


Retrato ardiendo

He tenido la impresión de que no estaba viendo una película. Desde el momento cero, ha sido como entrar en una galería de arte para ver una exposición. Los distintos cuadros se van presentando en escenas con más o menos movimiento, con una cámara que se mece con el movimiento del mar, que es una constante apenas presente pero que imbuye el ritmo y la cadencia de todo el largometraje. 

Héloise junto al mar
Son precisamente las escenas en las que aparece el mar en las que la sensación de quietud y profundidad se hacen más patentes. Aunque también los planos subjetivos desde la perspectiva de Marianne, como en la que aparece a la izquierda, o casi una de las primeras, en las que se nos presenta el rostro de Héloise.



Una increíble gestión del color
Estas escenas también son importantes en el momento en que se pinta el retrato. En silencio, asistimos al movimiento de la mano y del pincel en cada trazo, con un preciosismo y una belleza infinitas. La duda antes de cada caída de cerdas sobre el lienzo, el movimiento firme que deja el rastro de pintura, resultan de una belleza magistral. Los planos detalle son soberbios. 

Tenía que poner esta imagen en lugar de la escena
También se deja sentir una banda sonora llena de sensibilidad, tan integrada que apenas se es consciente del acompañamiento musical de algunas escenas. Donde sí supone una apoteosis, en es la escena que da nombre a la película, donde arde el vestido de Héloise mientras ella no aparta su mirada de Marianne. 




Sublimes los planos detalle
Es una película plagada de sentimientos, de vida, de momentos únicos y de límites que superar. Tiene una fotografía inspirada en los cuadros clásicos de la época a la que representa, además de un interesante juego cromático en los vestuarios de las protagonistas. El color blanco adquiere tintes trágicos, algo poco habitual en este tipo de películas. 


Hay momentos en los que una película te sorprende. Te traslada de tal manera que no puedes evitar evadirte. Te atrapa entre las imágenes, los colores, las brillantes actuaciones, los vestuarios, la banda sonora, cada plano... Cuando es difícil resaltar un sólo elemento de la película, es que está demasiado bien hecha. O eso decía siempre uno de mis profesores de la facultad. Y eso he creído siempre yo. 100% recomendable. He tardado en verla, pero tengo claro que no tardaré tanto en re-visionarla.

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