La Bestia I




Con 16 años, empecé a escribir una historia en una libreta de pastas amarillas. Tamaño A5, de espiral. Con las hojas cuadriculadas. Había escrito una escena que me parecía sublime, un sueño en el que un personaje mataba a otro al que deseaba, obligada por una fuerza interna... Cierto día, la libreta desapareció (más bien mi mente dispersa olvidó dónde la había puesto). Intenté reescribir aquella maravillosa escena una y mil veces, pero fue inútil. Nada me parecía lo suficientemente bueno. Nada era como lo que había plasmado en esa libreta. Por supuesto, me fui deshaciendo de todos los textos que no superaban mis expectativas.


A final de curso, unos meses más tarde, se me dio por buscar en el lugar más insospechado: en la rejilla de la mesa de mi antiguo pupitre (me habían cambiado de mesa a mitad de curso porque me distraía dibujando la catedral de Santiago). Y allí estaba. La puñetera libreta amarilla de mis desvelos. Cuando abrí las páginas y leí la historia, me dieron ganas de abofetearme con ella. Era una bazofia. Cualquier cosa de las que había escrito a posteriori le daba mil vueltas.


Sin embargo, no fue suficiente como para hacer que me rindiese. Corregí lo que había, reescribí algunas partes, seguí haciendo tachones, avanzando... Pronto descubrí que ese no era el principio de la historia... Así que me compré otra libreta. Esta vez las tapas eran azules y la tuneé con fotos que me gustaban (fundamentalmente chicas), y escribí un principio para mi relato.

Se hizo grande, enorme... Llevaba 18 capítulos cuando volví a tener un contratiempo... Ya me había pasado al 2.0 y escribía en mi ordenador. En el mío, en el de mi hermano, en el de la biblioteca del instituto (el virus "Buenos días" era un gran conocido para mí). Así que la única copia que tenía, estaba en un disquete de 3 y 1/2.


Mi hermano necesitaba un disco de arranque y utilizó el mío. Lo único que aparecía para identificarlo eran las letras "FF". Y dentro unos cuantos archivos que ni siquiera miró (capítulo 1, capítulo 2, capítulo 3... Y así hasta 18). El caso es que al usarlo como disco de arranque, recuperar la información era imposible... Adiós...

Pero tampoco entonces me rendí... Rescaté capítulos online, en correos electrónicos, las notas de mis dos libretas... Y volví a empezar. Sí, volví a empezar. Lo reescribí (de 18 capítulos que llevaba, ahora son sólo 11 e iba por la mitad de la historia...). Y continuó creciendo. Durante más de ocho años, me dediqué a sacar punta a los personajes, a los paisajes, a las situaciones... Cambié el final unas cuantas veces... Me hice una versión del director a lo "Blade Runner" y lo terminé antes de lo que Hollywood habría estipulado decente... Empecé una segunda parte... 

Una vez terminada, empecé a buscar lectoras betatester (lo siento, sí, fueron todas lectoras menos uno). Y comencé unos cuantos añitos (haced las cuentas) de corrección, tras corrección, tras corrección. Nunca estaba lo bastante bien. Realmente era miedo a enviársela a una editorial y que me dijesen que no. Pero por fin esa parte está superada y he llegado a tener en mis manos mi propia novela. 



Lo dejo en un continuará... Y ya contaré cómo llegué a tomar la decisión de publicarla. Hoy ya es tarde, así que ¡buona notte!


Comentarios

dintel ha dicho que…
Me ha encantado leer este post. Ahora estoy revisando unos textos de hace unos diez años para ver si puedo hacer algo decente con ellos. Yo nunca he tenido tanto tesón como veo que has tenido tú. Pero me gustaría llegar a tener... ¿un algo escrito?

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