Consternación



Es incredulidad. Incredulidad y miedo. Incredulidad, miedo y tal vez vergüenza. Tal vez algo peor... Le he visto caer a las vías. La rabia, el dolor, la impotencia... Son tantos golpes en los últimos meses... No son directos. Son más bien ganchos de izquierdas tras un fuerte amago de derechas... Y en el centro, en los márgenes, en medio de ninguna parte vemos a nuestra gente recibir cada estocada, como un toro indefenso en el ruedo de la vida. Y agachamos la frente con dolor. Y la levantamos por una mezcla de orgullo y envidia mal llevada.

Si Vanessa me pillaba sin palabras, Francisco Javier me ha arrancado incluso la voz del pecho. No sé qué decir. No sé qué pensar. No sé qué sentir. Sólo sé que no sé nada.

¿Qué tipo de sociedad estamos buscando? ¿Qué estamos creando/criando en el seno de nuestra patria? ¿Por qué la tolerancia y el respeto no valen una puta mierda? Y me enciendo. Me enciendo y me apago, y caigo, y las lágrimas se me escapan, y los gritos, la rabia, la presión de no saber que sé apenas nada... El no poder mover un dedo para que nada cambie. El que todo me presione alrededor para llevarme a dónde "ellos" quieren. ¿ELLOS? Quizás todos los demás. Quizás ni yo misma.

Me lío y me enredo en la vorágine de la mala hostia que me invade cuando veo muertes aplaudidas por cualquiera de los "bandos" autoproclamados". Veo fervor a la sangre, al drama, al dolor y al miedo... Veo crueldad y matices de diferencia en lugar de buscar todo aquello que nos une. Y cada paso me aleja un poco más de esta humanidad exclava que me ata por los tobillos con la argolla de una pertenencia que jamás he deseado ni desearé. Cada día tengo más ganas de dejar toda esta mierda atrás...

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