Cortando el aire de un suspiro, el sueño esquiva mis brazos como un amante infiel obviaría las preguntas que le harán caer al abismo. Pocas veces me he sentido tan sin sentir. No puedo explicarlo, es quizás como si ya no fuera yo, como si faltase un pedacito de mí tan importante que habría perdido con el fragmento mi nombre, mi identidad, mis ganas y mis ánimos. De pronto el mundo me parece grande, inmenso, e inhóspito, lleno de soledad y de frío a pesar de pasar de los veinte grados de temperatura. Me faltan los ojos, las manos, los labios... Me falta todo de mí porque nadie me ha recordado que lo tengo, que es mío, que existe... ¿De qué me sirven los labios si no puedo besarte? Y quizás mañana será otro día... Y quizás sea el mismo ahora que duermo sola otra vez.


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