Prolongando lo inevitable




Suspiró y apoyó la cabeza en la fría piedra tras su espalda. La luna se reflejaba como pocas veces antes lo había hecho en las paredes de jade. Las hechiceras le augurarían una maravillosa coronación. Ella sólo podía fijarse en el halo rojizo que se extendía alrededor del astro. Parecía sangre tiñendo los rayos de plata. Cerró los ojos para alejar sus pensamientos del temor, aunque eso sólo le dejaba espacio para dirigirlos hacia sí misma. Después de tantos años, sería ella quien gobernase el reino. Lo tenía todo. Tenía a su pueblo, tenía el Palacio de Jade, tenía la corte, sus joyas, su caballo… Todo.

Una lágrima escapó del párpado lentamente, surcando su mejilla. Se arrebujó en la capa y dejó que su pierna colgase del balcón hacia el inmenso vacío bajo la torre. ¿Por qué tenía que sentirse así si lo tenía todo? ¿Por qué estaba tan vacía? A su mente acudió el corazón de la vitrina, el corazón ausente. Había desaparecido en manos de alguien a quien ya había desterrado de su mente. Pero no había olvidado la sensación de sus besos, de sus abrazos, de creerse amada… Comenzó a sentir más frío todavía. ¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces? Acarició sus labios con las yemas de sus dedos y el cosquilleo que despertó la obligó a regresar de nuevo a la realidad.

Proyectó sus sentidos hacia el interior del palacio y sintió la agitación. Sin duda la estarían buscando. Todavía había detalles que ultimar, documentos que firmar, manos que estrechar, relaciones que vincular… Tantas responsabilidades… Tan agobiante… Pero era su deber. Sería su deber a partir de entonces, siempre, sin disculpa, sin excusas… Comenzó a recoger la pierna que colgaba, pero un fugaz pensamiento acudió antes de que apoyase la bota de cuero sobre el alfeizar del balcón… Un paso… Sólo eso… Y dejaría de sentir para siempre… Sus ojos permanecieron clavados en la oscuridad de la noche, mientras todo su cuerpo se tensaba contra su mente y adoptaba una posición defensiva, como un animal salvaje luchando por su vida. El aire escapaba demasiado rápido de sus pulmones, el corazón batía en su pecho como un tambor de guerra, la cabeza le daba vueltas… Sólo un paso… Un solo paso…

- ¿Mi señora?

La voz de la sirvienta en la puerta de su cuarto rompió el magnetismo del momento, la fuerza de atracción tan poderosa que el olvido ejercía desde la inmensidad de la noche. Bajó lentamente una pierna, después la otra y finalmente se apoyó sin aliento en la fría piedra verde.

- Oh, estáis aquí, mi señora. Vuestra madre os está buscando.

- Decidle que ya voy. Dadme sólo un minuto.

La sirvienta dudó un instante, pero incapaz de entender la magnitud de los sentimientos que ondeaban alrededor del balcón. Finalmente se alejó, asustada, quizás. La princesa de Jade suspiró y pasó la mano por el cuello sudoroso. Jamás había tenido que hacer un esfuerzo tan grande por conservar su vida. Jamás había batallado tan duramente contra sí misma. Pero sabia una cosa… Quizás le pesase haber ganado.




Comentarios

dintel ha dicho que…
:)
(me gusta el dibujo).
Anónimo ha dicho que…
Como siempre genial. Siempre encuentras las palabras adecuadas, siempre llegas a las personas, o por lo menos a mí sí llegas.

Un besazo, mi niña.
Sour Cherry ha dicho que…
Lo bueno del "quizás" es que no tiene respuesta concreta. Como que puede tener razón como que no, pero al menos sigue con vida para averiguarlo y hacerse de una experiencia más.

Besos
Verónica ha dicho que…
Ni lo dudes, seguro que le pesara solo es cuestion de tiempo...

besotes de esta peke.

pd. te espero por mi rincon con tu taza de cafe caliente, siempre que quieras...
Ninguno ha dicho que…
Dibujas tú? wow!

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