Algo menos que temer...
Llegar al punto de que te tiemblen las manos... No es fácil. O sí... En mi caso hizo falta una bronca entre monitores y examinadores, un compañero suspenso y tiempo... Toda la mañana de hecho.
Cuando subí al coche, lo hice con auténtico pánico. Me temblaban las manos. Había tenido suerte y las amenazas de lluvia o niebla se habían disipado. Sólo quedaba la carretera, la moto y yo. Y, por supuesto, la examinadora... Fui la segunda de la tercera ronda en subirme a la moto. Apróximadamente las 12 del mediodía. Me temblaba hasta la voz al responderle a la examinadora que sí, que estaba lista y que recordaba todo lo que le había dicho antes a mi compañero. Así que arriba, colocar los espejos, encender motor y adelante.
Primera en la frente.
- Haga el favor de levantar el chisme, que se le ha quedado.
¿Chisme? Mierda... Intuí que podía ser el pie de la moto. Miré... Pegué un taconazo y lo solucioné. ¿Eso es falta? No lo sabía... Más me valía continuar bien. Cogí la primera rotonda con la certeza de estar haciéndolo bien. Siempre por la derecha, sólo señalizamos cuando vamos a salir de ella. Segunda llamada de atención:
- Adecúe la velocidad a la vía.
Sinceramente, no recordaba la velocidad de aquel tramo, venía de uno de 40 y subí hasta 60. Pretendía hacerme ir más rápido. Bien, no me asusta la velocidad. Aunque sí me asustó el cabrón que puso el intermitente y luego continuó hacia mí por la siguiente rotonda. Casi me salgo del carril... Aguanté. Menos mal... Autovía. Veo la señal de 120 y me emociono... Empiezo a acerlerar a cambiar marchas, pero la moto no subía de 80. ¿Limitadas? Ahora me entero...
- Por favor, Ana (con voz hastiada) por aquí puede ir más rápido.
- No.
- ¿Es que la moto no va?
- No, no va más.
Intervino mi monitor para decirle que estaban limitadas a 80 km/h. Miro el cuentakilómetros... Marca 90. Sonrío y continúo. Me hace salir por San Marcos y me encuentro a un camión de frente, ocupando prácticamente todo el carril. La moto cabía, así que ni corta ni perezosa pasé. El coche tuvo que esperar.
- En la próxima intersección, gire a la izquierda.
Odiaba ese cruce, pero me lo pusieron fácil, así que sin problema. Continué hasta hacer un cambio de sentido, recorrí todo el camino hasta Santiago, paseé por media Fontiñas, subí hasta la carretera del estadio de San Lázaro. Y entonces sí...
- Pare a la derecha en cuanto pueda.
- ¿Que gire a la derecha?
- No, que pare a la derecha en cuanto pueda.
- Vale.
Línea amarilla continua.
- Ana, ¿me está escuchando? Que pare por donde pueda.
- Ya.
- ¡Que pare!
Freno en seco. ¿Quiere que pare allí? ¿Le importa un comino la línea continua?
- Ala, muy bien, justo encima de la intersección.
- (Bufido) Vaaaale.
Continúo, cruzo la intersección y me detengo detrás de un coche aparcado en el carril de la derecha.
- Ana, ¿me escucha cuando hablo?
- ¿Qué?
- ¿Que si me escucha cuando hablo?
- Ah, a veces sí...
- ¿Y no me escuchaba decirle que parase?
- Sí, pero tendré que mirar dónde puedo hacerlo, ¿no?
El monitor viene hacia mí haciédome gestos de que baje los humos. Yo me calmo. Y me meto en el coche... El trayecto de vuelta se me hace excesivamente largo... Aunque al parecer a mí ha sido a la que más tiempo me ha tenido sobre la moto...
Cuando el monitor volvió a subir al coche, llamó mi atención y me guiñó un ojo, sacándome la lengua y levantando el pulgar. Estaba hecho.
Está hecho. Madre mía... Puedo respirar...
Cuando subí al coche, lo hice con auténtico pánico. Me temblaban las manos. Había tenido suerte y las amenazas de lluvia o niebla se habían disipado. Sólo quedaba la carretera, la moto y yo. Y, por supuesto, la examinadora... Fui la segunda de la tercera ronda en subirme a la moto. Apróximadamente las 12 del mediodía. Me temblaba hasta la voz al responderle a la examinadora que sí, que estaba lista y que recordaba todo lo que le había dicho antes a mi compañero. Así que arriba, colocar los espejos, encender motor y adelante.
Primera en la frente.
- Haga el favor de levantar el chisme, que se le ha quedado.
¿Chisme? Mierda... Intuí que podía ser el pie de la moto. Miré... Pegué un taconazo y lo solucioné. ¿Eso es falta? No lo sabía... Más me valía continuar bien. Cogí la primera rotonda con la certeza de estar haciéndolo bien. Siempre por la derecha, sólo señalizamos cuando vamos a salir de ella. Segunda llamada de atención:
- Adecúe la velocidad a la vía.
Sinceramente, no recordaba la velocidad de aquel tramo, venía de uno de 40 y subí hasta 60. Pretendía hacerme ir más rápido. Bien, no me asusta la velocidad. Aunque sí me asustó el cabrón que puso el intermitente y luego continuó hacia mí por la siguiente rotonda. Casi me salgo del carril... Aguanté. Menos mal... Autovía. Veo la señal de 120 y me emociono... Empiezo a acerlerar a cambiar marchas, pero la moto no subía de 80. ¿Limitadas? Ahora me entero...
- Por favor, Ana (con voz hastiada) por aquí puede ir más rápido.
- No.
- ¿Es que la moto no va?
- No, no va más.
Intervino mi monitor para decirle que estaban limitadas a 80 km/h. Miro el cuentakilómetros... Marca 90. Sonrío y continúo. Me hace salir por San Marcos y me encuentro a un camión de frente, ocupando prácticamente todo el carril. La moto cabía, así que ni corta ni perezosa pasé. El coche tuvo que esperar.
- En la próxima intersección, gire a la izquierda.
Odiaba ese cruce, pero me lo pusieron fácil, así que sin problema. Continué hasta hacer un cambio de sentido, recorrí todo el camino hasta Santiago, paseé por media Fontiñas, subí hasta la carretera del estadio de San Lázaro. Y entonces sí...
- Pare a la derecha en cuanto pueda.
- ¿Que gire a la derecha?
- No, que pare a la derecha en cuanto pueda.
- Vale.
Línea amarilla continua.
- Ana, ¿me está escuchando? Que pare por donde pueda.
- Ya.
- ¡Que pare!
Freno en seco. ¿Quiere que pare allí? ¿Le importa un comino la línea continua?
- Ala, muy bien, justo encima de la intersección.
- (Bufido) Vaaaale.
Continúo, cruzo la intersección y me detengo detrás de un coche aparcado en el carril de la derecha.
- Ana, ¿me escucha cuando hablo?
- ¿Qué?
- ¿Que si me escucha cuando hablo?
- Ah, a veces sí...
- ¿Y no me escuchaba decirle que parase?
- Sí, pero tendré que mirar dónde puedo hacerlo, ¿no?
El monitor viene hacia mí haciédome gestos de que baje los humos. Yo me calmo. Y me meto en el coche... El trayecto de vuelta se me hace excesivamente largo... Aunque al parecer a mí ha sido a la que más tiempo me ha tenido sobre la moto...
Cuando el monitor volvió a subir al coche, llamó mi atención y me guiñó un ojo, sacándome la lengua y levantando el pulgar. Estaba hecho.
Está hecho. Madre mía... Puedo respirar...
Comentarios
Un besazo muy grande!!!!
Muxuxxxxxxxx
Y a pesar de todo, superado!
FELICIDADES!
Menudo subidón debes tener!! jejeje XD
Felicidades!!!
Un besitooo!!
Una duda.. qué estudias?
Parabéns, moitísimos parabéns e cóidate moito. Algún día monopolizareite de novo... QUE O SAIBAS.
Bicos
¡¡felicidades!! ;)
besotes de esta peke.
pd. te espero por mi rincon con una taza de cafe, si gustas...