El Bosque de los Sueños. Parte III.


El dolor se hizo más intenso. Mucho más intenso. Todo el mundo a mi alrededor empezó a girar. Y comenzaste a desvanecerte como si tan sólo hubieses sido un sueño. Como siempre...


- No... No te vayas...



Agachaste la cabeza, podría jurar que había lágrimas en tus ojos. Tampoco querías irte. La rabia inhundó mis pulmones cuando grité tu nombre al cielo, en el preciso instante en que tu sombra se fundía con el aire. Pese al dolor, golpeé con los puños en la tierra y me levanté. Recogí la espada del suelo y comencé una frenética carrera entre la maleza, arañando mi piel con más espinas, arrancando retazos de mi capa, salpicando de sangre el verdor que me rodeaba. Continué corriendo hasta la extenuación, hasta que sentí que el dolor podría conmigo, hasta que el veneno comenzó a hacer efecto en cada una de las heridas. Quizás así volverías... Quizás así podría volver a besarte... Pero... ¿De qué serviría si al despertar ya no estarías?

Apreté el paso aunque todos mis músculos se negaban a responderme. Resonaba en mis oídos una única frase "cuando no pueda seguir el cuerpo, es cuando debe seguir la cabeza". Y pese a que todo me daba vueltas, pese a que el mundo comenzaba a difuminarse como lo habías hecho tú segundos... minutos... horas antes... Mi determinación fue suficiente para seguir corriendo, esquivando caminos intransitables, saltando maleza, blandiendo la espada para abrirme paso...




No sé cuanto tiempo continué con la frenética marcha. Cuando quise darme cuenta, los árboles comenzaron a escasear, el camino se hizo más amplio y al fondo la silueta de un enorme caballo de batalla negro me aguardaba. No dejaba de bufar, se había puesto demasiado nervioso al oler mi sangre. Se acercó todo lo que pudo al borde del bosque para recogerme, justo a tiempo. Me desplomé agarrándome a la silla, traté de subir, pero quedé tumbada sobre el vientre. El veneno continuaba deslizándose por mi torrente sanguíneo, así que parecía una utopía hasta pensar. Lo mejor sería cerrar los ojos y abandonarme a los cuidados de Turnedo. Él me llevaría a un lugar seguro. Él continuaría caminando por mí. Yo me dedicaría a soñar de nuevo contigo, llenándome de rabia al despertar y descubrir que de nuevo te desvanecerías, pero sabiendo en lo más profundo de mi alma que a cada instante estoy un poco más cerca de tu piel. La rabia se apagará algún día al contacto de tus labios con los míos.



Y en mi alma permanecerá grabada la imagen de ese beso y de tu voz susurrando en mi oído: "Mi amor..."


FIN



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ooohhh... Ya se ha acabado... Snif... ;P

Ha sido precioso, niña, en tu línea... :)

Besines :*
Jorge ha dicho que…
Alegoría del amor y de los románticos incorregibles. Al final me ha resultado un relato agridulce: dulce por el estilo mágico, seductor, frenético de sensualidad contenida. Y agrio por ser una parábola demasiado familiar, con símbolos demasiado evidentes para mí.
^lunatika que entiende^ ha dicho que…
Jo, ¿ya se a termindao? Con lo enganchada que estaba... Ains...

Un besito.
Sour Cherry ha dicho que…
Y sigo identificandome...

El final me dejó con un sabor mezclado de lo que aún no es pero que se ansía tener.

Me agradó mucho leerte, es... en parte inspirador.

Un beso.

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