Tiempo de tormentas

Son las diez de la noche y todavía despuntan entre las nubes los últimos rayos de sol. Las nubes, esponjosas algunas, se tiñen de rosa, anaranjado, amarillo... Forman castillos en el aire, igual que los míos. Distingo las torres en unas, las almenas en otras, los dragones agitando las alas y escupiendo fuego en las siguientes, mi corcel negro y brioso en las últimas... Mi palacio, mis monstruos, mi caballo... ¿Estará mi reina?

Hace frío, pero llego a un punto en el que mi piel no lo nota ya. Hace frío porque el sol nos va abandonando. Porque durante el día, a pesar de los chaparrones, no ha dejado de pegar el calor. De nuevo el bochorno santiagués. De nuevo el tiempo de tormentas. ¿Conocéis ese olor? No huele a lluvia, es más bien seco, como de algo que está a punto de arder, pero sin humo, sin llamas... Sólo calor... Hace cosquillas al respirar, aprieta la garganta... Y entonces notas la primera gota de agua en la nariz (siempre en la nariz). La segunda es tan fría, tan hiriente, te golpea el hombro o el brazo. Después caen varias, repartidas por tu cuerpo... Disfrutan recorriendo la piel que van encontrando, como lo disfrutarías tú... Y cuando te das cuenta toda tú estás empapada, con el agua resbalando por tu cuero cabelludo, por tu espalda, por tus piernas... Pero sigues corriendo, continúas a pesar de que al intentar respirar, se te cuelan las gotas en la nariz, en la boca, obligándote a boquear, a escupir... Pero das un paso tras otro, con todas tus fuerzas, sintiendo la resistencia de los charcos bajo tus pies. Tus músculos se tensan más todavía. Temes resbalar, temes acabar en el suelo, en el agua, pero... Ya estás empapada...

Las tormentas de verano son cálidas. A veces hasta agradeces la lluvia refrescándote. He vivido multitud de tormentas en tantos lugares. Recuerdo especialmente las del mar, agua arriba, agua abajo... Agua... Por todas partes... ¿Por qué me gustará tanto el agua? ¿Puede que porque estuve a punto de morir en ella nada más nacer? Quién lo sabe, ¿no?

Pancho suspira y retoza en el suelo. Antes le encantaba mojarse bajo la lluvia. Ahora se ha vuelto fino y se queda quieto cada vez que lo pilla de camino. Supongo que a veces se parece demasiado a mí... ¿Por qué coges el paraguas, si te encanta mojarte? ... Yo... No lo sé...

Quiero mojarme contigo... Quiero mojarme de ti... Quiero beber de tus labios, de tu piel... Quiero saciar la sed de tus besos... Quiero... ¿Demasiado?





Por cierto, ya está abierta la veda para el primer premio del nuevo blog de premios que hemos creado "Nunca dejes de sonreir" y yo. Pasaos por allí y disfrutad de todo lo que podáis (cada mes iremos cambiando la temática de los premios, así que cada quien tendrá su turno).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tormentas... Me gustan las tormentas...

Me gusta como narras tus vivencias. Conviertes lo cotidiano, lo común, en algo nuevo y diferente. Le das un toque que lo hace interesante y atrayente que me empuja a seguir leyendo.

Siempre espero impaciente la próxima entrada.

Besines, niña.
MR ha dicho que…
acá llueve pero no de verano, de epoca lluviosa, lamento que sólo tenemos dos temporadas seca y lluviosa, y la lluviosa es tan mojada como se puede esperar...el piso 20 de mi oficina me proporciona una maravillosa vista de los relámpagos, 1, 2, 3, hasta 4 al mismo tiempo.
algo que ma parece muy curioso, es que aqui jamás he visto sol después de las 6 d la tarde, es curioso, mucho, me apetece darme la vuelta por esos lares!
un beso!
Sour Cherry ha dicho que…
Quieres... ni más ni menos que lo que una chica que siente como tu merece (y me guío por lo que escribes y lo que transmites).

Jaja,me encantó escuchar a Madonna, de hecho primero le di play y luego me puse a leer.

PD: Querer demasiado es digno de quienes valoran.

Saludos y abrazos!

Entradas populares de este blog

Afónica y apaleada

Jogo Duplo (Susana e Catia)

#RetoInspiración día 5 de Jimena Fer