A veces...
A veces quisiera cerrar el paraguas y caminar bajo la lluvia. Valdría la pena cada gota que resbalase por mi pelo, por mi frente, por mi rostro, por mi piel... Valdría la pena porque cada gota me recordaría a ti. Porque haga lo que haga no puedo olvidarte. Aunque la verdad, tampoco quiero.
A veces quisiera tener todo el tiempo del mundo para poder olvidarme de mí misma y pasarme la vida experimentando las vivencias de otros (experiencia vicaria que le llamaban en la facultad). Poner película tras película, devorar libro tras libro, ver simplemente a la gente que pasa por la calle. ¿Es tanto pedir poder deshacerme de mí misma para el resto de la eternidad?
A veces es inevitable que sienta lo que siento. Y otras veces no hay nada más fácil que apagar los sentimientos. Casi siempre es al revés... Por desgracia. Siempre inundan como una marea desbocada con ganas de destrozar mi corazón (de nuevo) para que tenga que esperar a que baje la marea, descalzarme, meter los pies en el agua congelada y recoger con una sola mano los retazos de cristal del espejo de mi alma, mientras con la otra sujeto la falda para que no se me moje. Y finalmente dar el traspié que consigue que me caiga, que me empape, que me ría de mí misma y ya sólo pueda levantarme con los fragmentos de vidrio clavados en los brazos, arañándome la piel y desgarrándome por dentro.
A veces simplemente daría mi alma por no tener necesidades y poder quedarme sentada ante el ordenador y escribir eternamente, sin notar el cansancio de los brazos y la espalda doloridos, sin notar el peso de los párpados que va a más a cada segundo que pasa, sin notar el avance inapelable del reloj que me indica que mañana volveré a pasarlo mal cuando mi cuerpo sólo haya descansado horas insuficientes... Sin notar el frío en mis antebrazos desnudos (como los llevo siempre últimamente, para poder ver a cada instante algo tan mío, tan parte de mi ser...), sin notar los apuntes y los libros que me llaman entonando una reprimenda por no hacerles más caso, sin notar el goteo insistente del radiador, que se estropeó aquella vez que pintamos la habitación de naranja hace ya tanto tiempo...
A veces desearía no estar aquí. A veces desearía dejar de ser. No haber existido jamás. Ser una partícula de aire en el cielo, o una gota de agua en el mar, llamada a convertirse en vapor por el dios sol, para reunirme en los cielos con miles de almas afines a mí, con miles de viajeras intrépidas dispuestas a caer en cualquier lugar del mundo y simplemente ser felices siendo lo que son. ¿Sentirá una gota de agua? ¿Habrá miles y miles de cosas que le impidan ser feliz como nos ocurre a los atrasados humanos?
A veces sueño que no voy a despertar. Y cuando ocurre, el miedo se aleja, la presión se suelta, el corazón se para un instante (pequeñíiiiisimo) en el que siento que lo siento todo en un momento. Y vuelve a latir, despojándome de la esperanza de ver colmados mis deseos.
A veces desearía continuar con mi vida caótica y desordenada, que siempre me sorprende con algo nuevo que me arrolla y me destroza, que me golpea y me arrastra al dolor más insoportable concebido, para luego transportarme al paraíso durante unas horas (a tu lado fue mi último Edén)...
A veces... O simplemente, erase una vez...
Simplemente adoro esta canción desde que me destrozó en mil pedazos dándome la razón.
A veces quisiera tener todo el tiempo del mundo para poder olvidarme de mí misma y pasarme la vida experimentando las vivencias de otros (experiencia vicaria que le llamaban en la facultad). Poner película tras película, devorar libro tras libro, ver simplemente a la gente que pasa por la calle. ¿Es tanto pedir poder deshacerme de mí misma para el resto de la eternidad?
A veces es inevitable que sienta lo que siento. Y otras veces no hay nada más fácil que apagar los sentimientos. Casi siempre es al revés... Por desgracia. Siempre inundan como una marea desbocada con ganas de destrozar mi corazón (de nuevo) para que tenga que esperar a que baje la marea, descalzarme, meter los pies en el agua congelada y recoger con una sola mano los retazos de cristal del espejo de mi alma, mientras con la otra sujeto la falda para que no se me moje. Y finalmente dar el traspié que consigue que me caiga, que me empape, que me ría de mí misma y ya sólo pueda levantarme con los fragmentos de vidrio clavados en los brazos, arañándome la piel y desgarrándome por dentro.
A veces simplemente daría mi alma por no tener necesidades y poder quedarme sentada ante el ordenador y escribir eternamente, sin notar el cansancio de los brazos y la espalda doloridos, sin notar el peso de los párpados que va a más a cada segundo que pasa, sin notar el avance inapelable del reloj que me indica que mañana volveré a pasarlo mal cuando mi cuerpo sólo haya descansado horas insuficientes... Sin notar el frío en mis antebrazos desnudos (como los llevo siempre últimamente, para poder ver a cada instante algo tan mío, tan parte de mi ser...), sin notar los apuntes y los libros que me llaman entonando una reprimenda por no hacerles más caso, sin notar el goteo insistente del radiador, que se estropeó aquella vez que pintamos la habitación de naranja hace ya tanto tiempo...
A veces desearía no estar aquí. A veces desearía dejar de ser. No haber existido jamás. Ser una partícula de aire en el cielo, o una gota de agua en el mar, llamada a convertirse en vapor por el dios sol, para reunirme en los cielos con miles de almas afines a mí, con miles de viajeras intrépidas dispuestas a caer en cualquier lugar del mundo y simplemente ser felices siendo lo que son. ¿Sentirá una gota de agua? ¿Habrá miles y miles de cosas que le impidan ser feliz como nos ocurre a los atrasados humanos?
A veces sueño que no voy a despertar. Y cuando ocurre, el miedo se aleja, la presión se suelta, el corazón se para un instante (pequeñíiiiisimo) en el que siento que lo siento todo en un momento. Y vuelve a latir, despojándome de la esperanza de ver colmados mis deseos.
A veces desearía continuar con mi vida caótica y desordenada, que siempre me sorprende con algo nuevo que me arrolla y me destroza, que me golpea y me arrastra al dolor más insoportable concebido, para luego transportarme al paraíso durante unas horas (a tu lado fue mi último Edén)...
A veces... O simplemente, erase una vez...
Simplemente adoro esta canción desde que me destrozó en mil pedazos dándome la razón.
Comentarios
Adoro a Bonnie!
Te noto "oscura", y sólo puedo decirte que espero que encuentres "la luz" lo antes posible.
Ya sé que te gusta la lluvia, pero a mí me está matando de pena... Una semana seguida de nubes y lluvia es demasiado para mí. Me voy a volver loca.
un abrazo y sigue viviendo caoticamente q es mas entrenenido para uno misma.
un besito desde este lado del gran charco!
un beso de todo corazon
Un saludo