Cadena perpetua
He descubierto algo fascinante sobre mí misma. Tengo complejo de masoquista. Me pone hacerme daño, clavar en mi corazón todas las astillas que encuentro, cuanto más profundo, cuanto más grandes, mejor.
Si algo me produce envidia, rencor, dolor, lágrimas... Entonces correré como una loca hacia lo que sea, con los brazos abiertos, sin esperar el golpe aún sabiendo que llegará. Y entonces ¡¡¡BLAM!!! De bruces y al suelo, con la sangre de nuevo haciendo su aparición estelar, poniéndome todavía más cachonda... Porque sí, en ocasiones la detesto, pero casi siempre la anhelo, como un ansia salvaje que devora cada rincón de mi mente.
Admito que me excita la violencia, siempre y cuando parta de mí y tenga como destino mi propia persona. Descubrí hace muchos años que me apasionaba el dolor físico. Cada pequeña herida, cada remota cicatriz... Cualquiera que me conozca sabrá que las conservo con cariño, que las destrozo hasta convertirlas en marcas incurables de las que mi madre se avergüenza. Pero ninguna de sus cremas puede borrar todas las heridas que me auto inflijo. No puede borrar ni la primera... Sólo yo misma podría, pero estoy demasiado ocupada disfrutando del dolor del momento. Porque pese al pánico que siento simplemente al escuchar esa temible palabra, se superpone la emoción, el sentir que estoy viva... Qué mejor manera que pellizcarte para saber que no estás soñando, que el mundo que te rodea no es una puñetera pesadilla de la que jamás vas a despertarte más que por pequeños momentos de lucidez onírica (aunque mi atrapasueños va dejando de funcionar y cada vez se cuelan más alucinaciones fatídicas y sádicas que pretenden atormentarme... hasta ellas son más agradables...).
Me dedico a ponerme delante todo lo que deseo durante breves instantes para luego apartarlo de una patada, con violencia, con esa fuerza destructiva que hace que golpee los puños contra la pared de impotencia y que me obliga a disfrutar todavía más al ver la sangre resbalando por mis nudillos.
Porque no hay mayor dolor que aquel al que pueda acostumbrarme, aquel que arrastraré la mayor parte de mi vida como una condena propia que no puedo apartar de mí, que no puedo cumplir... Cadena perpetua de masoquismo altruista.
- Ana, deberías dejarlo. Tarde o temprano esto acabará contigo...
- Lo sé. Espero que sea temprano...
Si algo me produce envidia, rencor, dolor, lágrimas... Entonces correré como una loca hacia lo que sea, con los brazos abiertos, sin esperar el golpe aún sabiendo que llegará. Y entonces ¡¡¡BLAM!!! De bruces y al suelo, con la sangre de nuevo haciendo su aparición estelar, poniéndome todavía más cachonda... Porque sí, en ocasiones la detesto, pero casi siempre la anhelo, como un ansia salvaje que devora cada rincón de mi mente.
Admito que me excita la violencia, siempre y cuando parta de mí y tenga como destino mi propia persona. Descubrí hace muchos años que me apasionaba el dolor físico. Cada pequeña herida, cada remota cicatriz... Cualquiera que me conozca sabrá que las conservo con cariño, que las destrozo hasta convertirlas en marcas incurables de las que mi madre se avergüenza. Pero ninguna de sus cremas puede borrar todas las heridas que me auto inflijo. No puede borrar ni la primera... Sólo yo misma podría, pero estoy demasiado ocupada disfrutando del dolor del momento. Porque pese al pánico que siento simplemente al escuchar esa temible palabra, se superpone la emoción, el sentir que estoy viva... Qué mejor manera que pellizcarte para saber que no estás soñando, que el mundo que te rodea no es una puñetera pesadilla de la que jamás vas a despertarte más que por pequeños momentos de lucidez onírica (aunque mi atrapasueños va dejando de funcionar y cada vez se cuelan más alucinaciones fatídicas y sádicas que pretenden atormentarme... hasta ellas son más agradables...).
Me dedico a ponerme delante todo lo que deseo durante breves instantes para luego apartarlo de una patada, con violencia, con esa fuerza destructiva que hace que golpee los puños contra la pared de impotencia y que me obliga a disfrutar todavía más al ver la sangre resbalando por mis nudillos.
Porque no hay mayor dolor que aquel al que pueda acostumbrarme, aquel que arrastraré la mayor parte de mi vida como una condena propia que no puedo apartar de mí, que no puedo cumplir... Cadena perpetua de masoquismo altruista.
- Ana, deberías dejarlo. Tarde o temprano esto acabará contigo...
- Lo sé. Espero que sea temprano...
Comentarios
Sin palabras ni explicación alguna.
Un saludo desde CANTABRIA
Besos.
Creía que era la única que se "maltrataba" con la pared, pero veo que no. Una de las veces, que lo hice me rompí 3 nudillos, ay!, que dolor me produjo, pero que "sensacion" de descarga sentía!. De todas maneras, no lo hagas más si necesitas "pegar" dimelo.., y me pongo de saco de boxeo! ;)
¿Sabes?, si te pasas por mi blog, recoge un premio que hay para tí.
Mil besos cosa guapa!
Un saludo
Porque no aprendes a disfrutar de las caricias del ala y no de las heridas?
mínimo, de segundos, me enamoro,
y al ver mi corazón roto te imploro
que lo toques y vuelva a ser intacto.
Con tu cuerpo deseo hacer un pacto,
y así obtendrás de mí lo que desees
a cambio de envolverme yo en tu tacto
dejo que en lo que quieras te recrees.
Por un abrazo tuyo te regalo
el mar, el cielo, mi cuerpo, si te gusta,
no creo que te pida nada malo,
sólo tener tu piel… no haré preguntas.
Un saludo desde CANTABRIA