La ceremonia del té

Contengo un suspiro antes de comenzar a escribir. Hay tanto que me gustaría decir. Hay tan poco que pueda expresar… Podría empezar diciendo cómo me siento. Pero realmente no lo sé. Así que empezaré por explicar algo que me pasó hace unos días, el mismo día que salí con lágrimas en los ojos del que creía mi hogar tras un año de convivencia.


Tenía un té delante de mí. Ella pidió otro. Podía verla sobre el hombro de mi compañía, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto que más bien parecía la muestra de que ponía mucho interés a la conversación que manteníamos. Hablábamos del té.

La camarera le trajo su pedido y ella lo sirvió ceremoniosamente. Cogió entre sus dulces manos la tetera y vertió su contenido en la taza. Luego abrió el azucarillo y lo sirvió. Después añadió la leche y con la cucharilla removió el brebaje como una bruja. Pues es cierto, me había hechizado. No podía dejar de fijarme en su piel morena, en sus bucles de azabache, en sus redondeados labios y el lunar de su mejilla. Era una mujer increíblemente hermosa. Se llevó una de las pastas que le habían obsequiado con su té a la boca y la masticó teniendo cuidado de poner siempre una mano ante la cara, demostrando la buena educación que poseía. Luego dio un largo sorbo de té, despacio, con calma, cerrando los ojos para disfrutar mejor de la intensidad del sabor. Después permaneció unos instantes con la mirada perdida hacia el exterior, permitiéndome encandilarme con sus hermosos ojos oscuros.

Pero una chiquilla rompía la tranquilidad del lugar con sus agudos berridos, comentando a sus compañeros de mesa lo malos que eran por no hacerle caso. Como si fuese tan fácil ignorarla… Así que ella, disgustada y sin acabarse el té, se levantó y se marchó. Pasó por mi lado cuando lo hizo. Y debo admitir que sin la taza de té en la mano, era sólo una chica normal, con el pelo rizo, pero ni siquiera demasiado guapa.


Empecé a pensar en cómo los momentos se mezclan con todas las pequeñas cosas para fabricar instantes en los que el mundo deja de ser real para convertirse en un cuento de hadas. Mi vida, desde siempre, ha sido algo completa y absolutamente surrealista. Un hecho, que desde luego valoro y aprecio. Imagino lo aburrido que sería de no ser así. Y no quería vivir una vida aburrida.

Todo lo que estoy experimentando en estos últimos años, parece una sucesión de catastróficas desdichas (siempre con cosas buenas por el medio, of course, nadie aguantaría tanto sino). Y a veces me paro a pensar en que mi vida comenzará cuando esta sucesión termine, cuando las cosas vayan bien. Pero no es así. Mi vida es ahora. Mi vida es esto. Mi vida… ¡¡¡es la hostia!!! Así que simplemente agarro el toro por los cuernos. Simplemente voy a VIVIR.

Y sólo porque hacía tiempo que no lo decía: Wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Comentarios

Mr L ha dicho que…
Los pequeños momentos, esos instantes de la vida que nos hacen disfrutar de lo irreal escapando de lo real... eso es VIVIR.

¿un té?

Besos

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