Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2008

Susurros en la oscuridad

Hoy me desperté con un susurro en mi oído. No, amigos y amigas, no dormí acompañada. ¿Entonces?, os preguntaréis. Creo que yo me cuestiono lo mismo. Esta mañana sonó el despertador a las nueve. Como todas las mañanas desde hace una semana y media, decidí que nadie me espera y que puedo remolonear en la cama, con la radio puesta. En esos momentos de duermevela, pegada a la pared y abrazada a mi cojín-vaca, escuché una voz en mi oído que me susurraba mi nombre con una dulzura que no pudo evitar que se erizase la piel de todo mi cuerpo. - - Ana… Sólo eso. Mis ojos se abrieron como platos y no pude seguir remoloneando. Me levanté y apagué la radio. No podría decir que fue real. Quizás de nuevo ciertos sueños se empeñen en perseguirme, como hace unos años. Quizás tengo alguna vecina que comparte mi nombre y su madre se lo gritó llegando a mis oídos como un susurro. No lo sé. Creo que nunca llegaré a saberlo. Sin embargo la sensación de inquietud permanece conmigo.

La ceremonia del té

Contengo un suspiro antes de comenzar a escribir. Hay tanto que me gustaría decir. Hay tan poco que pueda expresar… Podría empezar diciendo cómo me siento. Pero realmente no lo sé. Así que empezaré por explicar algo que me pasó hace unos días, el mismo día que salí con lágrimas en los ojos del que creía mi hogar tras un año de convivencia. Tenía un té delante de mí. Ella pidió otro. Podía verla sobre el hombro de mi compañía, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto que más bien parecía la muestra de que ponía mucho interés a la conversación que manteníamos. Hablábamos del té. La camarera le trajo su pedido y ella lo sirvió ceremoniosamente. Cogió entre sus dulces manos la tetera y vertió su contenido en la taza. Luego abrió el azucarillo y lo sirvió. Después añadió la leche y con la cucharilla removió el brebaje como una bruja. Pues es cierto, me había hechizado. No podía dejar de fijarme en su piel morena, en sus bucles de azabache, en sus redondeados labios y el lunar de su

It's a beautiful day

Estoy furiosa. Estoy furiosa conmigo misma. Me niego a mentirle a los demás, pero no tengo reparos en venderme la fábula del siglo. Llevo tanto tiempo creyendo ser una persona que realmente no soy... Acabo de decepcionarme a mí misma más de lo que creía posible. Hoy me costará encontrar las palabras para decir lo que pretendo... Hace algún tiempo me tomaba por alguien positiva, alguien vitalista para quien vivir era lo más importante. Y hoy me descubro haciendo un repaso siempre a todo lo malo que ha ocurrido en mi vida. ¿Y lo bueno? Ah, eh... de eso no me acuerdo. Puñetero espejo roto y reconstruido. ¡Pues claro! Tanto dibujo, tanto puzle, tanta... basura... que ya no queda de mí más que la idea absurda y soñadora que una pesimista nata quiere tener de sí misma. Bien... Afán de superación, podría serlo... Pero no lo es... No lo es porque pido un imposible, un irrealizable. Sé que no puedo, sé que hay muchas cosas que no puedo hacer. Lo sé perfectamente. Esta es una de ellas.

Retazos

Me conozco. ¿Me conozco? Sí, ¿no? Sé lo que quiero... ¿Lo sabes? A veces... A veces no es saber lo que quieres. Soy como piezas de puzles distintos intentando encajar en el mismo marco de un cuadro disparatado. Recuerdo mi teoría del espejo, de cuando era niña. Recuerdo que solía pensar que la personalidad era como uno mismo mirándose a un espejo, viendo claramente su reflejo y reconociéndose en él. Pero entonces pasó. Sí, también recuerdo que el espejo se rompió. Ah... Culpas, culpas, culpas... ¿Para qué? ¿Qué pueden hacer los culpables? Pueden... No, no pueden. Con ese espejo roto trato de montar un puzle imposible. Trato de crear un cuadro de lo que recuerdo de mi personalidad. Algunos fragmentos se astillaron tanto que tuve que sustituirlos con partes de otros cuadros, con dibujos hechos por mis manos, por imágenes de catálogos de revistas de lencería femenina... Otros fragmentos se rompieron más tarde, con algún golpe apasionado que los arrancó del marco y los envió al s

Ficciones

Podría vivir a base de ficciones. Podría simplemente no volver a abrir los ojos a la realidad y encerrarme en mi cuarto con toda serie que se haya grabado, toda película que se haya rodado y todo libro que se haya escrito. ¿Dejaría de sentir entonces esta inquietud? Ah... ¿Quién podría saberlo? Inquietud... Sí, es una buena manera de definirlo. ¿Y a qué se debe esa inquietud? Pues no estoy segura, la verdad. Quizás sea el haberme dado cuenta de que la vida se compone de momentos. Sí, sé que cuando lo descubrí resultó algo tremendamente positivo (estaba de buenas, qué esperabais). El caso es que ahora que lo he asimilado por completo, he visto algo que ya sabía. Los momentos pueden ser buenos, malos, regulares, normalitos... Los momentos buenos son algo increíble. Son esos que te hacen desear quedarte para siempre en ellos, disfrutándolos, reviviéndolos... Los malos... Bueno, todos sabemos lo que son los malos momentos... Realmente no hace falta definir los distintos tipos, todos los he