Balance
Recuerdo las clases de economía del bachillerato. Nos enseñaron vagamente a realizar balances de cuentas para empresas. Entre lo poco que me contaron, la información que mi mente no retuvo y lo que se ha perdido a lo largo de los últimos años, creo que sólo me queda una ligera idea. Creo que había dos grandes grupos, el "DEBE" y el "HABER". El primero era lo que la empresa todavía no había pagado, las deudas, lo que había ido perdiendo por el camino. La segunda columna era aquello de lo que sí disponía la empresa: el capital tanto monetario como inmobiliario, los cobros, lo que le pertenecía o había ganado durante el ejercicio de ese año. ¿Y si ahora me diese a mí la neura de hacer balance de mi último año?
Lo cierto, es que más que un año, más que ocho meses, me parece haber vivido toda una vida. O quizás exagero, quizás sólo he multiplicado el tiempo por tres... Esto se me ha hecho eterno... Apenas recuerdo aquel día en el que subía la cuesta con la maleta a rastras sin saber muy bien qué me encontraría aquí... Ocho meses después, a cuatro días de terminar la parte más dura, a algo más de un mes de poder escaparme, me doy cuenta de todo lo que he ido ganando y perdiendo por el camino. Entré aquí enamorada como una tonta y perdí el corazón (o quizá sólo la paciencia y las ganas de luchar contra un imposible) por el camino. Pocas veces en mi vida me he sentido tan sola estando tan rodeada de gente... He perdido más de mí misma de lo que se me ha escapado en el exterior, porque hasta parece que he ganado motivos para hacer las cosas como nunca pensé que las haría. Y al final, después de todo y mientras las fuerzas se me agotan poco a poco, lo único que quiero es volver a casa... Porque no voy a sentirme sola nunca más, de eso estoy segura. Porque por una vez, el "HABER" le gana al "DEBE" y la empresa va dejando de dar pérdidas, por melancólica y abatida que pueda encontrarme últimamente. A fin de cuentas, y como dice Shakira, después de la tormenta, cuando menos piensas, sale el Sol.
Lo cierto, es que más que un año, más que ocho meses, me parece haber vivido toda una vida. O quizás exagero, quizás sólo he multiplicado el tiempo por tres... Esto se me ha hecho eterno... Apenas recuerdo aquel día en el que subía la cuesta con la maleta a rastras sin saber muy bien qué me encontraría aquí... Ocho meses después, a cuatro días de terminar la parte más dura, a algo más de un mes de poder escaparme, me doy cuenta de todo lo que he ido ganando y perdiendo por el camino. Entré aquí enamorada como una tonta y perdí el corazón (o quizá sólo la paciencia y las ganas de luchar contra un imposible) por el camino. Pocas veces en mi vida me he sentido tan sola estando tan rodeada de gente... He perdido más de mí misma de lo que se me ha escapado en el exterior, porque hasta parece que he ganado motivos para hacer las cosas como nunca pensé que las haría. Y al final, después de todo y mientras las fuerzas se me agotan poco a poco, lo único que quiero es volver a casa... Porque no voy a sentirme sola nunca más, de eso estoy segura. Porque por una vez, el "HABER" le gana al "DEBE" y la empresa va dejando de dar pérdidas, por melancólica y abatida que pueda encontrarme últimamente. A fin de cuentas, y como dice Shakira, después de la tormenta, cuando menos piensas, sale el Sol.
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