En ocasiones me ocurre algo… Tengo tantas cosas que me gustaría expresar, que la mente se me queda en blanco. Intento hablar, intento escribir, pero no hay manera, todas luchan por ser las primeras en escapar de mis labios o en movilizar mis manos sobre el teclado, dirigir los pasos de mi pluma… Pero ninguna de ellas gana. Entonces tengo que respirar tranquilamente, comenzar a escribir lo primero que se me pasa por la cabeza, pensamiento por pensamiento. Igualito que ahora. Es en ese momento cuando las ideas adquieren un orden determinado y puedo comenzar a plasmarlas.
Aunque este sistema, últimamente, no me vale de mucho. Porque haga lo que haga siempre pienso en ti. Porque lo difícil es concretar qué pienso exactamente de ti. Sí, pienso que me estás volviendo loca. Y que con las cotas de locura que siempre he tenido, considero positivo quedarme como una tonta mirándote, o derretirme con tus palabras… A veces… No… Siempre… De vuelta a casa, hay algún momento en el que alguna canción me hace sonreír (hoy ha sido esa que me encanta de las últimas que te robé). Y entonces todo el mundo se ve de un modo más intenso. Empiezo a mirar las cosas como si las mirases conmigo. Intento imaginarte a mi lado, cogiendo mi mano, sonriéndome (ais… tu sonrisa…), mirando todas las cosas que veo cada día e impregnándolas de ti para cuando no estés conmigo recordarte más nítidamente de lo que ahora te imagino.
Es curioso cómo de pronto alguien aparece en tu vida, se inyecta en tus venas y acaba llegando a tu corazón, para hacerlo latir. Parece mentira que pasases tanto tiempo sin esa sustancia en tus arterias haciéndote vivir la vida de un modo infinitamente más intenso. De pronto miras hacia atrás y las partes de tu vida en las que Ella no aparece se van difuminando hasta convertirse en una película de celuloide gastado. Y recuerdas con total nitidez cada palabra que han enviado sus labios a través del hilo telefónico; o cada vez que has tenido la suerte de ver su sonrisa; o la primera frase que le escribiste; incluso cómo se desbocó tu corazón la primera vez que escuchaste su voz… Sólo deseas fabricar más recuerdos de estos, más grandes, más intensos que cualquier otro que hayas tenido en tu vida. Comparar… Es malo. No se compara. Pero es un error que siempre he cometido. Y curiosamente eso me ha enseñado que la intensidad de los sentimientos es algo curioso. Recuerdo las veces que más intensamente sentí. Y entonces me dices que seguro que ya he sentido esto antes pero no lo recuerdo. Y no puedo evitar comparar. No, no lo he sentido. No esto, no así.
Mmmmmm, tengo ganas de ti, eso está claro. Eres lo primero en lo que pienso cuando abro los ojos cada mañana, deseándote conmigo. Eres lo último que pienso antes de abandonarme al mundo de los sueños, donde siempre voy a buscarte… Eres la constante en mis pensamientos, la reina de mis fantasías. Eres… TÚ.
Aunque este sistema, últimamente, no me vale de mucho. Porque haga lo que haga siempre pienso en ti. Porque lo difícil es concretar qué pienso exactamente de ti. Sí, pienso que me estás volviendo loca. Y que con las cotas de locura que siempre he tenido, considero positivo quedarme como una tonta mirándote, o derretirme con tus palabras… A veces… No… Siempre… De vuelta a casa, hay algún momento en el que alguna canción me hace sonreír (hoy ha sido esa que me encanta de las últimas que te robé). Y entonces todo el mundo se ve de un modo más intenso. Empiezo a mirar las cosas como si las mirases conmigo. Intento imaginarte a mi lado, cogiendo mi mano, sonriéndome (ais… tu sonrisa…), mirando todas las cosas que veo cada día e impregnándolas de ti para cuando no estés conmigo recordarte más nítidamente de lo que ahora te imagino.
Es curioso cómo de pronto alguien aparece en tu vida, se inyecta en tus venas y acaba llegando a tu corazón, para hacerlo latir. Parece mentira que pasases tanto tiempo sin esa sustancia en tus arterias haciéndote vivir la vida de un modo infinitamente más intenso. De pronto miras hacia atrás y las partes de tu vida en las que Ella no aparece se van difuminando hasta convertirse en una película de celuloide gastado. Y recuerdas con total nitidez cada palabra que han enviado sus labios a través del hilo telefónico; o cada vez que has tenido la suerte de ver su sonrisa; o la primera frase que le escribiste; incluso cómo se desbocó tu corazón la primera vez que escuchaste su voz… Sólo deseas fabricar más recuerdos de estos, más grandes, más intensos que cualquier otro que hayas tenido en tu vida. Comparar… Es malo. No se compara. Pero es un error que siempre he cometido. Y curiosamente eso me ha enseñado que la intensidad de los sentimientos es algo curioso. Recuerdo las veces que más intensamente sentí. Y entonces me dices que seguro que ya he sentido esto antes pero no lo recuerdo. Y no puedo evitar comparar. No, no lo he sentido. No esto, no así.
Mmmmmm, tengo ganas de ti, eso está claro. Eres lo primero en lo que pienso cuando abro los ojos cada mañana, deseándote conmigo. Eres lo último que pienso antes de abandonarme al mundo de los sueños, donde siempre voy a buscarte… Eres la constante en mis pensamientos, la reina de mis fantasías. Eres… TÚ.
Comentarios
Mil besos cousa guapa!
;)
Un besito.
Excelente.
Saludos fraternos con cariño
un abrazo
(Me muero de ganas por su encuentro)
Un beso.