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Mostrando entradas de julio, 2012

Añoranza...

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Es curioso cómo puedes acostumbrarte prácticamente a todo... Yo me estoy acostumbrando poco a poco a la lejanía de todo lo que me importa. Antes de nada, quizás debería aclarar que "acostumbrarse" no significa aceptarlo, no significa que deje de doler, no significa que no lo borrase de un plumazo de tener la oportunidad... Pero también podemos acostumbrarnos a sufrir... ¿Por qué no? En un par de días se cumplirán mis dos semanas lejos de casa. Y me siento ya como si hubiesen pasado años desde ese último beso de despedida a medio camino. Desde entonces no he dejado ni un solo momento de añorarlo, de desear que se repita, pudiendo alcanzarlo solamente en sueños... Un beso... No pido más que un beso... No... Miento... Una noche... Caricias, abrazos, una pequeña muerte... Dormir a tu lado... No, no, no... Ni siquiera... Sé sincera, Any; sé sincera... Deseo una vida contigo... Muchas vidas... Un universo entero, múltiples realidades, futuros infinitos... Deseo sentirme a cada mo

Aterrizando

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Sigo un poco en las nubes. Es probable que aterrice estruendosamente en medio de una crisis de ansiedad un poco absurda a estas alturas... Las cosas son difíciles... Y el apoyo que desearía está más lejos que la casa de mamá... Es curioso que haya cambiado de lugar en el que desear refugiarme... Me siento lenta de reflejos, un poco insegura, aunque soy consciente de que aparento todo lo contrario con una sonrisa afable y un apretón de manos firme y sereno. Menos mal... Es fundamental para que me piensen creíble... El caso es que ya lo sabía. Es complicado, llevará tiempo y dinero... Y estoy cansada antes de apenas comenzar. ¿Cabeza alta y seguir adelante? Lo intento, cariño... Lo intento... Supongo que ha llegado el momento. Es la hora de saber cómo me muevo sola y de qué soy capaz...

Cuenta atrás

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El tiempo se ha ido escurriendo como la fina arena de una playa desierta entre mis dedos una fría tarde de verano. ¿Y ahora? Ahora toca coger el timón y salir de puerto, a mar abierto, sin saber qué tormentas me aguardan tras el horizonte plagado de neblinas fantasmagóricas. ¿Quién me iba a decir a mí que las cosas acabarían siendo así? Hace dos años quería irme de aquí. Lo deseaba fervientemente, con toda la fuerza de mi corazón. Actué en consecuencia a ese deseo y acabé por marcharme una temporada, con la idea de no regresar nunca más. Sin embargo, los tropiezos del camino del corazón me hicieron retornar al hogar una vez más. Pero era algo provisional y siempre lo había sabido... Por eso ahora me cuesta tanto aceptar que daría lo que fuera por quedarme, por cambiar las cosas y poder amarrarme a Galicia, a ella, a la vida que tengo ahora mismo, a poder mejorarla dibujando sueños compartidos... Pero no puedo. Bajo la cabeza y continúo caminando. O eso haré... Mañana. Mañana comien